La luna es magia. Es una mirada depositada en el firmamento colmando de esperanzas cada rincón del alma. Es una generación tras otra vista desde las alturas. En la luna habitan sueños y pesadillas. Su brillo solo está concebido como luz en la oscuridad. La luna es faro y es nave que invita a navegar.

Y cuando la luna cae en manos de Pixar, es retratada con fantasía y genialidad; como fábula de gran moralidad. Con la grandeza del pintor que sabe que en su cabeza reside una obra de arte, se va moldeando un pedazo de excelencia. Sin necesidad de modular palabra alguna, y con la grandeza de una partitura portentosa. Sin necesidad de grandes aspavientos, y con la delicadeza de una nana. En definitiva, con mimo y cariño, este pequeño corto se transforma en una maravilla que invita a soñar, y a disfrutarla una y otra vez.