Viendo esta peli me sentí como cuando era pequeño y disfrutaba de todas esas pelis ochenteras sin grandes pretensiones, pelis irreales, llenas de fantasía y efectos especiales artesanales. Sentí la ilusión compartida por los viejos videoclubs, y la melancolía por ese género perdido casi para siempre: las películas de serie media con presupuestos modestos que, aun siendo "comerciales", no pasaban de los cines de barrio y el mercado doméstico. Ahora solo hay cine independiente (centrado más en ganar festivales que en jugar con el lenguaje cinematografico y arriesgarse) o los megablockbusters pensados para hacer ruido y montañas de dólares en taquilla.
¡No es justo! Quiero pelis como "Masters del Universo", pelis que luzcan grandiosas en un videoclub, que puedan elegirse simplemente por lo llamativo de su carátula hecha de acuarelas y colores chillones (y no feas fotos promocionales soseras con un primer plano del prota y un simple título sobrepuesto).
Por eso tengo buen recuerdo de esta peli, aunque en su última parte flojee y su final frankcapriano rechine a más no poder: "Rebobine, por favor" me sabe a aquellos años en que nos pasábamos horas viendo carátulas en el microscópico videoclub Libra yo y mis amigos, decidiendo cuál era el mejor cartel de Freddy Krueger y espiando los lomos de las pelis porno.