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Voto de Quatermain80:
6
Drama. Western Tras pasar diez años encerrado por un crimen que no cometió, Juan queda en libertad. Está decidido a matar a Luis "el Torcido", al que cree culpable de su desgracia, pero como necesita dinero, no tendrá más remedio que unirse a una cuadrilla de segadores que dirige su enemigo y que busca trabajo por los campos de Castilla. (FILMAFFINITY)
21 de febrero de 2012
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como acertadamente han comentado otros usuarios, esta es una película "en clave", pues su director, deseando tratar la necesidad de la convivencia y la reconciliación en una España hasta entonces de vencedores y vencidos, se vio obligado a hacer considerables malabares argumentales para evitar las tijeras de la censura.

El filme, cuyo primer título iba a ser "Los segadores" (hubo que cambiarlo, pues a los puntillosos censores les recordaba un himno inconveniente), navega siempre entre dos aguas, adoptando un argumento que aparentemente aborda -con aires de tragedia clásica- melodramáticas pasiones, ambientadas en el campo andaluz, pero que en realidad, de forma encubierta y simbólica, realiza una crítica social sobre la explotación de los jornaleros, cuyos propios enfrentamientos encarnan la inexistente reconciliación de la España de la época. De ahí que el personaje que interpreta Jorge Mistral salga de la cárcel por motivos pasionales, y no por los que razonablemente casarían mejor con las intenciones del realizador (motivos políticos, claro está); son estas constantes alteraciones y rodeos para evitar la censura las que impiden que la película sea redonda, y es una pena, porque el argumento era ambicioso y potente.

La aclaración inicial, que especifica que las duras condiciones en que se refleja la vida del campo corresponden al período 1931-36, fue el imprescindible "pago" a la censura para evitar que se suprimieran fragmentos tan elocuentemente críticos como el de la huelga de jornaleros, muy bien concebido y filmado, siendo uno de los mejores momentos del filme. Las ya comentadas dificultades de guión -inevitables, por lo inasumible del argumento- no empañan una realización que tiene buenos momentos, con hermosas y luminosas secuencias que muestran el trabajo en los campos de cereal (casi se pueden sentir el calor y la sed), y unas interpretaciones de altura, destacando el ya mencionado Jorge Mistral y Raf Vallone, sin olvidar al siempre estupendo secundario que era Manuel Alexandre, y a una muy guapa Carmen Sevilla, cuyo papel recuerda al de las grandes actrices italianas del neorrealismo.

Es precisamente ella la que, con la frase que reproduzco en el título, resume las intenciones de la película, la posibilidad de la conciliación entre aquellos que se presumen irreconciliables, que son, en realidad, los dos bandos de una España encarnada en cuadrilla de jornaleros. Por lo demás, los muy puntillosos censores quedaron hasta tal punto satisfechos, que ignoraron estas lecturas ocultas, permitiendo que el filme compitiese en los Oscar, siendo una de las cinco nominadas en el apartado de mejor película de habla no inglesa.
Quatermain80
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