Inesperadamente anodina película futurista que no pasará a la historia del género. Se salva por poco del desastre. Una muy correcta interpretación de Mr.Pitt (más bien "un sólo de Pitt") y magníficos efectos a golpe de dólar.

Por lo demás, un argumento plagado de inconsistencias y moralinas desde el minuto uno, y un horrible mantra a modo de banda sonora.

Cabe destacar que se podían haber ahorrado media película con un mensaje de voz por whatsapp. O un par de pinos en folios del guión y un par de depósitos de combustible. Hasta Marte por lo menos.

Porque si hasta Marte el argumento es injustificable, a partir de Marte carece de todo: emoción, empatía, lógica, luces y esperanza. Si al menos hiciera pasar un poquito de miedo... bueno, ha sido divertido ver un mandril astronauta. Eso sí. Por poco me troncho.

Para empezar, el mensaje de esta cinta, "La humanidad mira a las estrellas, en busca de vida inteligente y la esperanza de progreso", es un mensaje engañoso, puesto que rebatirlo a golpe de oración es precisamente lo que se trata de argumentar (pobremente).

Quizá sea aquí, en las continuas referencias pseudoreligiosas, dónde la ortodoxia crítica vea la profundidad del film. Y digo "pseudo" porque esto sólo se hace patente en el film a través de un manido dogmatismo cristiano que exalta los valores del norteamericano de bien. Cuando en realidad, el sentimiento religioso del ser humano transciende todo dios, toda cultura y todo dogma. Y sobre todo a los Estados Unidos.

Ni un ápice de profundidad existencial fuera de una única verdad, y sin esperanza más allá de ella: el continuo acto de contrición del protagonista; las llamadas a la fe, que no a la ciencia de los astronautas ante las vicisitudes; o el valor de la familia por encima de cualquier libertad intelectual que lleve a dudar que la creación del único dios posible se reduce al ser humano hecho a su imagen. Reduccionismo bíblico 100%.

A partir de la frase inicial, todo un torpe despropósito argumental. Un derroche de medios, que no de imaginación, verdad, o transcendencia.