Pero en los dos últimos capítulos la cosa cambia completamente. Los viajes en el tiempo desaparecen y Satoru se enfrenta a su destino. «¿Eres tonto o qué?», le pregunta frecuentemente Kayo de niña con una mezcla de extrañeza y burla. Satoru no ceja en su empeño de salvar a los niños que se quedan solos para que no caigan en las garras del lobo, y lo consigue, pero pagando por ello un precio muy alto. “La naturaleza del bien y del mal no es tan distinta”, observa acertadamente Yashiro. Yashiro hace el mal por el placer de hacerlo, no gana nada con ello; y Satoru hace el bien por el placer de hacerlo, y tampoco gana nada con ello.

La historia termina con Satoru dedicándose exitosamente a escribir y dibujar mangas. Recordemos que empieza con su frustración al respecto. Da la sensación de que hayamos resuelto las cosas y pasado a otro nivel de realidad. Y entonces aparece en el túnel esa muchacha enigmática que no termina de encajar del todo en la historia, Airi, mientras cae la nieve. En ese momento me da la sensación de que se mezcla el pasado con el futuro y lo imaginario con lo real.