Mira que hubiera sido interesante una buena peli que explicara el origen de la colaboración entre perros y hombres. Al menos los guionistas podrían haberse esforzado un poco en darle verosimilitud a ese primer contacto, a esos hombres y mujeres rudos y a esos salvajes lobos que tanto tiempo atemorizaron a los humanos. Pero nada. Menudo chasco. Hasta el perro me parece un muermo, y mira que me gustan los perros. Lo único: la preciosa fotografía de paisajes prístinos de inmensa belleza. Cuando la tierra sea un erial completamente arrasado (eventualidad que podría ser una realidad mucho más pronto de lo que nos pensamos) tal vez esta película haga llorar de emoción al evocar esos paraísos perdidos. Hasta entonces, para mí que todos los momentos de esta película se perderá para siempre... como lágrimas en la lluvia. Y bien que se lo tienen merecido.