A veces me pregunto el porqué los seres humanos nos aferramos o huimos de nuestros terrores, de nuestras miserias, de nuestros dolores y padecimientos, de ese miedo a lo desconocido, al dolor y la muerte. Quizás por eso ese respeto y ese miedo a acudir a los hospitales y a los médicos, por no saber, por no conocer, por el pánico al sufrimiento, y a la muerte. Hipocondría, se llama, y debe ser duro para los que la padecen.

Quizás el ciclo de la vida, desde que nacemos hasta que morimos, se realice alrededor de los hospitales y del personal médico y humano que presta sus servicios en ellos para mejorar nuestra existencia, aliviar nuestros dolores, para curarnos y mandarnos a casa y seguir con nuestras vidas hasta la próxima visita al hospital, velan por nosotros y por los que queremos, hasta que nuestra vida se apaga, generalmente en un hospital.

Drama hospitalario donde se refleja, por un lado, la vida diaria dentro de un hospital, con los dramas particulares de los enfermos que ingresan en su servicio de urgencias o para ser intervenidos, y por otro la vida, los amores y desamores, los encuentros y desencuentros, las amistades y las enemistades entre los miembros del personal del hospital.

Quince temporadas desde 1994 que he conseguido ver gracias a internet en 2.017, de una serie muy cuidada en todos los aspectos, desde su fundamentación médica hasta los diálogos, donde han pasado multitud de actores, unos más conocidos que otros, muchos iniciaron su camino al estrellato con estos capítulos, y otros se quedaron en el camino, pero todos entrañables, todos recordados, todos forman parte de nuestras vidas como si de familiares, un tanto alejados, se tratara.

Serie que te atrapa a pesar de la gran cantidad de temporadas y episodios que componen la serie. Un gran trabajo de su creador, Michael Crichton, que falleció durante la emisión de las últimas temporadas.

Sobresaliente, 9.