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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
5
Fantástico. Romance. Drama Un hombre (Brad Pitt) nace con ochenta años y va rejuveneciendo a medida que pasa el tiempo; es decir, en lugar de cumplir años los descumple. Esta es la historia de un hombre extraordinario, de la gente que va conociendo, de sus amores y amistades, pero sobre todo de su relación con Daisy (Cate Blanchett), la mujer de su vida. (FILMAFFINITY)
20 de febrero de 2011
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Discutible y al mismo tiempo curiosa obra de David Fincher con la estela-estelar de Brad Pitt. Tiene detalles admirables como esa puesta en escena basada en los relojes que marcan la cuenta atrás (nunca mejor dicho) del increíble hombre menguante protagonista. Aunque hay cierta universalidad en sus contenidos sobre la vida o la muerte todo parece pender del hilo de ver el vaso vaciarse o llenarse. Lo interesante son precisamente esos detalles, como los flashbacks iniciales y algunas secuencias inspiradas pero finalmente no me ha convencido.

No me convence porque a todo ser viviente que fue a verla le pregunté cómo resolvería cinematográficamente aquello de que un personaje viejo cada vez se convierta en más joven. Las respuestas podrían variar pero me defraudó que Fincher utilizase elipsis como recurso para evitar esa disminución en tamaño y mentalidad. Del niño que vuelve a ser niño. La imagen aterradora hubiese sido que en vez de bebé hubiese pasado a un charco de espera con un ovulo palpitante.

No le pido que me haga una historia de Benjamin Butrón: de cómo robé un banco a la tercera edad y disfruté de la pasta en mi velero en mi juventud; ni de Benjamín Vuitton: de cómo heredé la fabrica de bolsos y accesorios de mi padre cuando tenía canas y era calvo y puse de moda el corte clásico cuando tenía la piel lisa y el pelo largo.
Esas versiones alternativas serían interesantes pero me imaginaba que el ejercicio meta-cinematográfico de David Fincher iba a ser mayor: que el personaje principal iba a estar vinculado más con la historia del cine. Como una metáfora de la imposibilidad de volver atrás en los esquemas más clásicos cinematográficos y de su incoherencia.
Esa propia discordancia entre la forma y resolución que realiza Fincher me parece fallida por su aspecto final para un director que había realizado un ejercicio notable de antinarración en “Zodiac”, propio del cine contemporáneo, y ahora vuelve a fórmulas disfuncionales clásicas. Ni se molesta en mirar aquellos momentos mágicos de la historia de amor que alcanza su clímax cuando ambos coinciden en un punto en que la equidistancia alcanza una belleza sobrehumana: ambos son polos iguales cuando tienen la ‘misma’ edad.
Esos eran los mejores años de su vida y son retratados con elipsis y secuencias de montaje, cuando todo el filme debería girar como satélites sobre ellos y sus acciones. Esa breve historia romántica sobre dos medias naranjas que alcanzan el mismo color, era el verdadero y curioso caso de Benjamin Button, aunque Fincher lo pasara por alto.

El reloj del principio, que va hacía atrás, con esa brillante frase implícita «¿Nuestros hijos volverán de la guerra?». Al final es sustituido por un nuevo reloj digital pero a la izquierda hay un cartel con el lema «Citizien / Soldier». Los tiempos, obviamente, no cambian. Ni si vamos como cangrejos o gacelas. Si contamos hacía delante o hacía detrás el final será siempre ¿el mismo?
Maldito Bastardo
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