Cromwell, Robespierre, Lenin, Castro,... todos son ejemplos de algo muy común a lo largo de la historia, de que aquel que derriba a un tirano suele ser para convertirse en un nuevo tirano aún peor que su antecesor y que lo primero que hace una vez en el poder absoluto es deshacerse de todos sus viejos camaradas para no tener que compartirlo, para que no puedan reprocharle nada y para que nadie pueda decir (el pueblo, ese en cuyo nombre suelen hacerlo todo y que al final nunca pincha ni corta) que alguien le ayudó a triunfar.
Ese es el fondo de esta historia, adaptación de un "best-seller" (lo que algunos considerarían ya de entrada algo de qué avergonzarse, pero no es mi caso) de Harold Robbins (el de "Los insaciables") que aunque cae en muchos tópicos sobre Sudamérica y sus revoluciones es una magnífica película, con buena ambientación y magníficos actores y que pese a sus 3 horas no se hace pesada en ningún momento. Lo mejor, la batalla final.