Zulawski ofrece un relato poliédrico del amor en una obra excesiva y alucinada, donde la cámara se mueve al son de las emociones (una firma del autor). Un amor que encuentra eco en las luchas internas mentales de Shakespeare, guiña a "El Desprecio" (Le Mépris) de Godard y Moravia y hace suya una máxima del poeta Arthur Rimbaud 'el poeta debe hacerse vidente a través de un razonado desarreglo de los sentidos".

Sentido profundo también para la figura del Actor / Actriz en su doble concepción etimológica: activa de realizar una acción, de hacer que sucedan las cosas y una concepción pasiva de interpretar un papel, de máscara. En esa dualidad está la tesis de Zulawski y el ejemplo más concreto se daría en la escena primera yuxtapuesta con la escena final.