La guerra, la violencia, es una perversión que tiene el don de pervertir a la totalidad de la sociedad afectada directa o indirectamente por ella.
Este es el caso de "los colores de la montaña", un episodio más de una perversión más que, esta vez, tiene su escenario en los montes de Colombia, bellos montes, por cierto, paisajes que invitan al sosiego y al disfrute más que al chantaje, la violencia, la desmembración, el miedo, la huída obligada que provoca la despoblación y la sinrazón.
Y toda esta vorágine de cosas vista desde los ojos de una pandillita de muchachos cuyo único objetivo es jugar al football.
En resumen, una película más que tiene por escenario uno de los cientos conflictos bélicos que continuamente hay en el mundo, a destacar en esta cinta los bellísimos paisajes, el retrato muy acertado de la sociedad rural de las montañas colombianas, los colores de la montaña que hacen honor al título, unos personajes perfectamente creibles, y algo que nos llega adentro del corazón, al no haber actores consagrados, ni decorados de cartón piedra, ni efectos especiales. ni otras magias del cine, lo que nos llega es real, cercano, casi familiar, aunque estemos muy lejos de aquellos paisajes y aquellos paisanajes.