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Voto de El dependiente:
7
6,2
3.903
Comedia
Barcelona, 1913. Alma, la hija del doctor Mira, el neurocirujano más prestigioso del país, está casada con el psiquiatra León Pardo que, durante el verano ha visitado Viena para estudiar con Sigmund Freud sus escandalosas teorías sobre la histeria y la sexualidad. Un día, Alma, que espera un hijo, llega a casa y encuentra a su marido en un estado lamentable y dispuesto a abandonarla. Con la ayuda de Salvador, su cuñado, que está ... [+]
6 de enero de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sigmund Freud, médico y neurólogo de origen austriaco, creó el psicoanálisis, o, mejor dicho, creó la forma de denominar lo que ya sabemos sobre el ser humano. He de confesar que en ocasiones pienso que veo metáforas por todas partes (ayer mismo, cuando pasé por "Cuatro" y vi "Hot Shot 2", al ver al presidente de los Estados Unidos dando con una pala a Bush sr, Reagan, Ford, Carter y Nixon, pensé que era una buena metáfora del modelo de vida estadounidense, pagado de sí mismo y reacio a ver sus propios errores, es decir, un modelo a gran escala del resto de paises "desarrollados"), creo que esta vez estoy en lo cierto: ¿Qué es el ser humano? ¿Qué es eso que todo sabemos? Que no nos gusta la realidad, aunque digamos que sí, hacemos bancos en los que la gente confia hasta el punto de dejar sus ahorros, pero atamos los bolígrafos con una cuerda; estudiamos, opositamos y nos casamos, cuando a lo mejor lo que queríamos era ser artistas; nos enamoramos, pero enseguida nos resignamos, porque no queremos morir solos; ocultamos nuestros vicios; nos jactamos a voz en grito de las que creemos nuestras virtudes; nos casamos con alguien a quien no soportamos para tener alguien que nos caliente la cama, aunque sea de ciento en viento y sin salir del puñetero misionero; amamos en secreto a nuestros vecinos de al lado, pero odiamos a los del otro lado... eso somos los seres humanos, la lucha por el hedonismo, aunque cada tropiezo nos haga achicar nuestra ambición, y deje a la gran mayoría sumida en un conformismo de rebaño, mientras que el resto se encarama sobre sus barbas con desesperación, trepando hasta el éxito que con tantas babas en la boca nos venden los publicistas encargados de embellecer nuestra existencia, aunque por dentro esté podrida a tantos niveles que seguir la doctrina de Freud y enfrentarnos a la realidad nos volvería locos, capaces de poner una pistola en la sien de esa verdad y volarla en pedazos. ¿Qué es humanidad? ¿Y tú me lo preguntas? Humanidad eres tú.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Oristrell no es precisamente santo de mi devoción, aunque tiene un punto a la hora de filmar que, de alguna forma, familiariza la historia que te está contando. A nivel técnico no es nada del otro mundo, y es más, si no he puesto más nota es porque las cortinillas que utiliza me sacan de mis casillas, pero la estética es de lo más acertada. Aun así, y dejando a un lado todo lo que he comentado arriba, el pilar central de la película son los actores. Hasta Puigcorbé, un tío que no sé cómo se las ingenia, pero tiene, como diría el capitán Willard en Apocalypse Now, la habilidad especial de tocarme las pelotas, es soportable en esta película. Aunque claro, aquí los que están inmensos son Luis Tosar, que tiene un carisma inmenso (y, según la película, tiene más cosas inmensas además del carisma), y Leonor Wartling... santo Dios, que preciosidad de mujer, y además clava el papel, haciendo interesantes hasta pequeños detalles sin importancia (¿Os habéis fijado en que no para de mover los ojos ni un segundo?). En fin, de todas formas, un punto extra se lo gana la película por la gran frase que da título a esta crítica. Es lo que tiene la humanidad, que es muy arbitraria.