No acabo de verle la gracia a esta comedieta con perro sobre la eterna guerra de sexos, previsible desde el inicio, de argumento alicorto y bastante tontuno y cuyas gracietas y sonrojante humor han envejecido tan mal que ya casi, thanks God, la he olvidado. Ayuna por completo de ritmo abusa, por el contrario, de los silencios tras los chistes, como si esperase obtener la risa automatizada de un público agradecido, pese a que no funciona ni como estúpida “screwball comedy” ni como comedia a secas. Lo más interesante, que no apasionante, resulta la pareja protagonista, con un Cary Grant haciendo sus habituales y mímicas monerías –en ello era, verdaderamente un maestro- y la adorable Irene Dunne en un papel que no le hace demasiada justicia a su gran talento. El indigesto Ralph Bellamy contribuye al desaguisado final de una película misteriosamente sobrevalorada. Muy decepcionante.