Amenábar logró hacer una película de terror clásico, las de toda la vida –aunque esto quede un tanto extraño decirlo-, donde el miedo va aumentando gracias a una perfecta estructura de guión, en la que los sustos se van sucediendo paulatinamente, dosificados con maestría, a la vez que vamos conociendo a los personajes e interesándonos por sus motivaciones. Y todo ello lográndose mantener con solidez hasta llegar a un clímax perfecto, sorprendente, con el que el espectador se siente satisfecho pues le dan lo que venía buscando, ni más ni menos. Y se lo otorgan de forma honesta, sin trucos ni dobles piruetas narrativas sacadas de la manga.

Aparte del guión, la fotografía y la iluminación ayudan mucho para conseguir esa solidez y esa consistencia que tiene la película. Todo está al servicio de la historia, todo aporta lo suficiente para crear un ambiente cuanto menos inquietante.

En cuanto al elenco interpretativo, destacaría la actuación de Elaine Cassidy, la joven actriz que hace de muda. Su presencia, con esa cara asustadiza, inspira tanto ternura como un poco de miedo. Por supuesto, no quiero dejar de mencionar a los dos niños protagonistas, sobre todo la actuación de Alakina Mann, que consigue dar a su personaje esa mala baba nada ingenua, mientras que hace que el espectador tema lo peor de ella, de sus comentarios y de su risa retorcida.

Los Otros es una película grande, en la que se nos muestra el buen hacer de su director y su buen gusto para contar historias. Es una historia digna de quedar en los anales del cine tanto español como internacional.