Salí del cine con sensaciones encontradas después de ver esta secuela con aires de remake de 'La Bruja de Blair'. Lo diré claramente: La película es un mojón que no inventa nada nuevo, pero me entretuvo durante hora media con su consabida fórmula de sumar el movimiento incontrolable de la cámara con repullos a todo volumen.

Honestamente, tampoco esperaba mucho más de la película, aunque su falta de ambición por reinventar la cinta original es frustrante. El esquema es muy similar, por no decir idéntico, al de su predecesora, aunque en este caso sin el efecto sorpresa tan novedoso que arrastró a miles de personas a las salas de cine allá por el año 1999.

La película ni siquiera hace un uso medianamente inteligente de las novedades tecnológicas que existen hoy en día para enriquecer su formato de 'metraje encontrado'. Elementos que podrían haber resultado terroríficamente atractivos, como el uso del dron, solamente cumplen funciones anecdóticas y puntuales en la trama. Por cierto, hay ocasiones en las que se hace un uso erróneo del 'metraje encontrado', ya que hay escenas en las que ningún personaje o cámara presente en la historia está grabando lo que ocurre.

En definitiva, solamente recomendable para amantes de ese subgénero del terror que es el 'found footage'. Por lo demás, no inventa ni aporta nada. Es más, ni siquiera lo intenta.