A veces los días son demasiado grises, pasan uno tras otro de manera mecánica, sin alicientes ni nuevas expectativas, deambular cotidiano se ve sumergido en un monótono encefalograma plano; vas buscando historias maravillosas que te hagan sentir vivo pero éstas nunca aparecen. Hay momentos lúcidos en que logras darte cuenta que ese tan deseado anhelo reside a tú lado tan cerca de ti que eres incapaz de verlo,y así tras otra jornada laboral como tantas otras, al llegar a casa ella, con una sonrisa te esta esperando para cenar ; antes de acostarte abres la puerta de la habitación y ves como duermen tus hijos placidamente, pequeños momentos diarios que te gritan lo afortunado que eres.
Así es esta película, una historia sencilla, bien contada, en la que forma parte importante el color, sin ahondar en lo dramático de la crónica social, pero mostrándonos en todo momento ; la vida de estos jóvenes con familias desestructuradas, con un presente poco ilusionan te y un futuro que no existe: la capacidad de estos adolescentes de diferente nacionalidad de compartir sus vidas, sus tiempos, sus juegos, sus pequeños trabajos e ilusiones, incluso la mujer a la que aman.
Tras ese panorama gris, sales del cine con una gran sonrisa, con la convicción de que has visto una bonita historia que ya raramente encuentras en el cine, dejando hablar más a tus sentimientos que a tú cabeza, dices que bonita.