Difícil encontrar una plantel de estrellas mejor: Jack Lemmon, James Stewart, Olivia de Havilland, Joseph Cotten, Christopher Lee... La mayoría ya un poco maduritos, todo hay que decirlo. Cierto que la edad media en esta saga siempre fue alta; estas películas nacieron ya rodeadas de un halo nostálgico, a contracorriente; son reductos de un cine comercial extinto, intentos de recuperar el viejo glamour de Hollywood, la inocencia de lo clásico frente a la crudeza de unos años setenta donde abundaba el producto de autor. Aquí por lo menos parece que dieron una vuelta al guion, tratando de insuflarle suspense. Un nuevo modelo de aeroplano, el más lujoso hasta la fecha, carga una valiosa colección de pinturas; un audaz intento de robo desatará el pánico entre los pasajeros. Toda esta ficción acartonada posee también su punto entrañable. Sabemos que en la vida real un accidente de avión tiene mal arreglo, pero en el mundo de "Aeropuerto" las cosas son más simples y más bellas. Conviene recordar esas reconfortantes palabras que siempre se acaban pronunciando en estos casos: "todo saldrá bien". Pues sí. En la pantalla esto puede ser verdad.