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Voto de Jackie Daytona:
9
20 de mayo de 2024
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En los tiempos heroicos de la aviación, en un rincón perdido de Sudamérica, un puñado de valientes pilotos arriesga su pellejo a diario, desafiando a las montañas, enfrentando tempestades, viajando a lugares remotos.
Cada vez que veo la película de Hawks me da la impresión de cosa fresca, en movimiento. Esos cuarenta primeros minutos en los que se cambia constantemente de punto de vista son un ejemplo de narración dinámica, atrevida, armónica. Los planos se llenan de gente y ruidos; están poblados, como si tuvieran vida en su interior. Se puede oler la lluvia. Luego está la historia. Parece que el director hubiera apresado todo lo que hay de excitante, noble y hermoso en la existencia y lo hubiera condensado en dos horas. Cary Grant hace de duro, Jean Arthur arranca sonrisas. Rita Hayworth aparece y derrocha sensualidad. A los héroes de Hawks les va fallando el cuerpo, la mecánica, la suerte... les falla todo, menos el espíritu. Ríen, cantan, lloran, se emborrachan, se pegan, persiguen mujeres, montan en unos trastos que se caen a pedazos y atraviesan las nubes. A la mañana siguiente, vuelta a empezar. No conocen otra forma de comportarse, ni desean conocerla.
Cada vez que veo la película de Hawks me da la impresión de cosa fresca, en movimiento. Esos cuarenta primeros minutos en los que se cambia constantemente de punto de vista son un ejemplo de narración dinámica, atrevida, armónica. Los planos se llenan de gente y ruidos; están poblados, como si tuvieran vida en su interior. Se puede oler la lluvia. Luego está la historia. Parece que el director hubiera apresado todo lo que hay de excitante, noble y hermoso en la existencia y lo hubiera condensado en dos horas. Cary Grant hace de duro, Jean Arthur arranca sonrisas. Rita Hayworth aparece y derrocha sensualidad. A los héroes de Hawks les va fallando el cuerpo, la mecánica, la suerte... les falla todo, menos el espíritu. Ríen, cantan, lloran, se emborrachan, se pegan, persiguen mujeres, montan en unos trastos que se caen a pedazos y atraviesan las nubes. A la mañana siguiente, vuelta a empezar. No conocen otra forma de comportarse, ni desean conocerla.