Más tarde, tras una buena carrera, llegué a los Cines Paz de Madrid para un pase de Bteam de Pájaros de verano, filme colombiano de Guerra y Gallego que compitió en la última Quincena de realizadores de Cannes y que participaría en la sección Perlas. En la Guajira colombiana de los años 70, Rapayet contrae matrimonio con una muchacha de una tribu Wayuu y junto con su suegra Úrsula Pushaina se convierten en los reyes del tráfico de Marihuana en la zona. Tras décadas de bonanza, todo se torcerá tras unos inefables roces con otro clan. Una exótica y frondosa propuesta que aúna el cine de mafias y traficantes con un folclore tribal de una riqueza iconográfica arrebatadora. Digámoslo ya, nos encontramos ante un filme notable, espectacular en el plano rítmico y audiovisual, de tempo lento pero magnético. El tratamiento de la violencia es cinematográficamente poderoso, y cuando el filme ofrece momentos introspectivos se eleva aún más (a disfrutar especialmente cada vez que aparece una grulla). Un argumento, ciertamente, predecible y convencional con respecto a su género, y que palidece en la parte intermedia de una película larga. Una película que no transformará la percepción de la crítica, pero que hará las delicias del espectador de mente abierta y el cinéfilo voraz. Una de las mejores películas del festival.