Es una de los poquísimos peliculones, que cuando empiezan no quieres que terminen. Es dura, sí, pero la trama es tan brillante como las interpretaciones. Todos están grandes: Luis Tosar en su papel de malo malísimo, Resines en su tortuoso personaje, Carlos Bardem que parece realmente colombiano...y mención especial para el toque humorístico que aporta el personaje de Luis Zahera.

Eso sí Alberto Ammann no resulta demasiado creíble, aquí me parece que el espectador hace un esfuerzo consciente para que no desentone del resto.

Adoro las películas donde se difumina tan magistralmente la frontera entre el bien y el mal, la cual tal vez nunca existió.

En definitiva, es totalmente imperdible y es muy difícil que defraude a alguien, especialmente a los amantes del cine de calidad.