Me han gustado mucho ese par de personajes femeninos contrapuestos: Karen Young, la sensible, la romántica; y Charlotte Rampling, la descreída e insensible, inmune a todo, pero que finalmente acaba más tocada y abrumada que la otra por esas “minucias” que para ella eran los sentimientos y el calor humano más allá del sexo.

También me gustó esa especie de microcosmos en el que viven esas mujeres, como si temporalmente viviesen en un mundo aparte en el que no imperan las mismas normas que en el mundo ordinario, y todo fuese un puro hedonismo. Pero ese remanso de paz y placer ajeno a todo lo demás es sólo aparente, porque al final afloran los vicios universales en forma de celos y rencillas, e irrumpe el putrefacto mundo real trastocando ese frágil oasis.

Las actrices están soberbias, destacando una Charlotte Rampling cuya turbia mirada le va que ni pintada tanto a la antipatía y altanería de su personaje, como a su profundo desamparo sentimental del final.

Como reparo menor, quizá se podría pedir que el guión fuese un poco más clarificador a la hora de contarnos la decadencia y corrupción del país fuera de ese pequeño microcosmos femenino (aunque el par de pinceladas que se dan son bastante elocuentes)