La peli es una mierda completa como cabía esperar. Más y más y más de lo mismo con los frikillos de turno y el trasfondo de buen rollito estilo disney que por momentos provoca nauseas superiores a las de Sartre. Se apunta a la moda de incluir estrella rockera en el guión y así queda muy convincente todo, aquí le tocó el turno a un Bowie que cada vez se parece más a Bela Lugosi.
Preparada, lista y expuesta para seguir moldeando zombies que continuen aportando su ladrillo el día de mañana, nos sirve como enésimo ejemplo para comprobar de nuevo, que el mundo de la música no pertenece en absoluto al terreno del arte, sino que es propiedad privada y exclusiva de la puta industria con mayúsculas. Que nadie nos engañe, el alma hace muchos años que murió enterrada bajo la pasta, el sexo, las drogas y el bienestar. Ya no se hacen canciones, todo son supositorios empaquetados, la mayor parte de ellos presentados ineludiblemente con videoclips, ideados sin duda, para que alcancemos el kharma superior, aprehendiendo e interiorizando mientras nos deleitamos observando tías buenas con tremendas peras y culos meneándose para nuestras neuronas o guaperillas intragables o presuntos rebeldes, que esconden seres babeantes, a la única espera de ver como los billetes van llenando sus sacas. Aquí no se atreven a tanto porque destila un santísimo tufillo y es demasiado juvenil para entrar en esos lares, pero poco más da.

Lo único salvable de la pertinente quema es un grupo llamado "The Daze" y la canción que tocan "Blizzard Woman Blues" que para eso, se escucha apenas diez segundos. Por suerte, para solventar este tipo de problemas, hoy todavía tenemos métodos.