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Seychelles Seychelles · North
Voto de ChocoDog69:
7
Drama Nueva York, años 40. Jackson Pollock y Lee Krasner, pintores y amantes, se encuentran en el centro del mundo artístico neoyorquino. Cuando contraen matrimonio, se trasladan al campo; ella abandona su trabajo para entregarse en cuerpo y alma al arte de Pollock, que empieza a crear una obra extraordinariamente original que lo convierte en el primer pintor moderno de los Estados Unidos. Pero la fama y la fortuna llegan acompañadas de dudas ... [+]
27 de septiembre de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine acerca de artistas, principalmente el de pintores, ha resultado siempre muy irregular. Como amante del arte puede que valore estas producciones con especial dureza cuando resultan pobres, y con entusiasmo “cuando salen del lance y pintan, sobretodo, con su propio pincel”.
Harris nos presenta un drama que, pese a sus dos horas de duración, avanza a grandes saltos, centrándose en los principales momentos de la vida de Pollock. Harris obvia gran cantidad de detalles secundarios, centrando su película en los quehaceres del artista, su lucha interna junto al acrílico y contra el alcohol.
La biografía abarca desde la aclaración del porqué de la obra de Pollock hasta sus conflictos sociales y personales. Se trata de detalles que se cazan al vuelo y que pueden pasar desapercibidos al espectador no conocedor del arte del XX. “Pollock” nombra a Jung como que no quiere la cosa, referencia sus fases o, bajo la voz de Krasner, hace referencias a diversas pinturas, como cuanto se afirma que la obra Deep es una “lamida de culo a Clifford Still”, quien conozca Deep y Clifford Still se sonreirá al oír dichas palabras.
Harris parafrasea a Pollock enviando mensajes de crítica a los propios críticos, al mercado del arte moderno, que por aquella, emergía de la mano de nuevos grandes mecenas y de la, ahora omnipotente, figura del museo. Se enfrenta a quienes no saben sentir su obra, y mientras, aclara su forma de ver las cosas, lo que le da sentido a su pintura, el porqué del action-painting, del driping y demás técnicas.
No puedo evitar citar las jugosas escenas en las que Harris pinta como el propio Pollock, primero bajo las coordenadas del automatísmo psíquico y luego dentro del expresionismo abstracto.
A nivel técnico decir que el parecido Harris-Pollock es excepcional y su labor como actor es de esas que merecen la pena ser recordadas. Por otro lado, el mimo por la documentación es otra de las grandes bazas de la película: las localizaciones, el vestuario, la ambientación… quien tenga oportunidad de comparar fotos personales o grabaciones de Pollock con las de la propia película que lo haga, se sorprenderá.
En su contra, solo decir que quizá la banda sonora no sea la más adecuada. Los momentos en los que suena el sonido de las big bands son los más interesantes, pero ahora bien, los temas especialmente compuestos para la película no encajan bien, demasiado, digamos, emotivos… parecen sacados de Los Sims (al menos del 1, no se como será ahora). Estas composiciones, pese escucharse poco, no alcanzan el protagonismo de las notas de Jazz y quedan un poco fuera de sitio.
El caso es que Pollock es una buena película, apta para todos los públicos. Para los ya conocedores del mundo del arte y para los que no. Su valor es mayor si tenemos en cuenta el peligro y la dificultad de retratar a uno de los pintores norteamercianos más genuinos y valorados de toda la historia del arte. “Pollock” es un ejemplo de cómo estas producciones han de ser realizadas.
ChocoDog69
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