Tenéis que verla. Una película que trata de la felicidad en lo cotidiano. Da gustó ver reflejadas realidades como el amor del padre al hijo, del hijo al padre, entre hermanos, el enamoramiento, la paternidad y la maternidad. Y todo servido en unos diálogos jugosos matizados por un humor a veces cáustico, que evita el empalago.
Personajes perfectos como el del tío. Y una Rachel McAdams que tiene una de las caras más amables, sencillas y perfectas del cine.
No es la típica película de chico encuentra chica, sino una historia de familia, en la que uno sonríe, ríe y se emociona.
La película quiere decir algo: que la felicidad no está en cosas extrañas ni insólitas, sino en vivir con amor lo cotidiano.
(Es cierto que quien esté amargado pensará que esta película es insultante. Pero esa es otra historia).