Como ya ha dicho alguien aquí, son tres películas, tres historias, eso sí, enlazadas.
Las dos primeras -Ryan Gosling y Bradley Cooper- marchan bien, interesan y tienen el valor, no corriente en el cine de hoy, del gusto por lo imprevisible, por los giros inteligentes del guión.
Pero la tercera historia -¡15 años después¡- no tiene el más mínimo interés, está filmada de forma rápida y sin credibilidad. La película hubiese ganado mucho acabando con el final de la segunda historia, la del aspirante a fiscal.
Además de ese modo se acortaría el metraje, que ahora es abusivo.
Los dos actores, casi no hay que decirlo, muy bien. Gosling transmite un aire entre chulo y atormentado. Y en esta angustia le acompaña Cooper, aunque quizá un poco menos creíble.