Menos mal que se puede disentir. Vi tantos 10 a esta película que me animé a verla, tiempo después, porque al principio me negué ya que se me atragantan Federico Luppi y Juan Diego Botto. Me parece que nos ocurre a todos, hay actores que, siendo buenos, nos caen mal.
La veo, aguanto, sigo un poco la trama, pero me echan para atrás lo pretencioso de los diálogos, la filosofía barata, lo intelectualoide. Frase memorable y algo imbécil: "hay que follarse a las mentes".
No es que carezca de mérito, hay actuaciones notables, pero la retórica llega a ser insufrible.
Con todo me alegro de que haya tanta gente a la que le ha gustado. Aunque me sigo preguntando que si esto es un diez, qué se le pone a El Padrino.