Creo que siempre el cine de animación fue ninguneado e ignorado por la crítica, y en cierto modo también por el público, siempre dejándolo en un segundo o tercer plano, apuntando que solo era contenido para niños.
Por suerte en el siglo XXI, gracias a las películas de Pixar o de animación japonesa que tocaban temas más adultos, cada vez menos se menosprecia al cine de animación.
Sin embargo esto no quita que incluso a la llamada época dorada de animación estadounidense, hoy en día se la vea como algo muy lejano y sin el reconocimiento que merece.

Esta introducción es solo para decir que me sorprende mucho las pocas votaciones que tienen la gran mayoría de cortos de animación de la época clásica, incluso los más populares con suerte llegan a 2000 votos.
Creo que esto se debe en parte a lo que comentaba al principio, al constante ninguneo que se hace del cine de animación como un simple entretenimiento para niños, despreciando así el tremendo trabajo que conlleva para los animadores hacer cualquier película de esta forma.

Pasando al corto en cuestión, el cual es considerado por muchos el mejor en el que participó el personaje de Droopy (estuvo seleccionado en el libro The 50 Greatest Cartoons: As Selected by 1,000 Animation Professionals en 1994), este es básicamente, una versión mejorada y ampliada del primer corto donde estuvo el personaje, llamado El sabueso tonto, Tex Avery (1943), el cual también es recomendable ver.
El presente film es una sucesión constante de gags, cada vez más extremos y variados. Lo mejor de la cinta es el ritmo, ya que en tan solo 8 minutos pasan muchas situaciones, cada una más graciosa que la anterior.
Para destacar sobre todo la escena del cine (donde el mismo Droopy hace un cameo en su propio corto) y la del cirujano plástico que le cambia el rostro al lobo.

Es una pena que después de todo lo dicho, la mía sea apenas la primer crítica de este extraordinario corto animado, ojalá que por lo menos más gente se anime a verlo.