Hay algo mágico en Capra. Todo en él es buen rollo. Todas sus películas nos enternecen y nos hacen olvidarnos de nuestros prejuicios más ancestrales. Su cine destila inocencia y ternura. Si amas el cine, amas a Capra.

Pero también es cierto, al menos lo es para mí, que su cine no ha envejecido bien. Su magia ha quedado caduca. Hoy en día películas como ésta son de arqueología, cosa que no pasa con otros directores menos almibarados.

El secreto de vivir es una deliciosa historia en la que se juzga la mentira, la hipocresía, la codicia, el recurrente tema del periodismo carroñero... y en la que todo tiene solución gracias al amor. Porque, ante todo, es una comedia romántica, muy predecible, como todas, y de hecho yo diría que es la precursora del 80% (por ejemplo) de los guiones de comedia romántica que se han escrito desde entonces, sólo que este guión está sobradamente mejor escrito que cualquiera de ese 80%.

A descatar la presencia soberana y hermosa del héroe, un enorme Gary Cooper.