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Chile Chile · www.elotrocine.cl
Voto de Wladimyr Valdivia:
8
Ciencia ficción. Thriller. Drama Caleb, un joven empleado en una importante empresa de tecnología, gana un peculiar premio: pasar una semana con el dueño de la misma en un lugar remoto en las montañas para evaluar si Ava, un robot-mujer con inteligencia artificial, tiene conciencia. (FILMAFFINITY)
31 de mayo de 2015
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ciencia ficción independiente continúa en uno de sus años más fructíferos. Tras películas impresionantes que nos está dejando el 2015 dentro del género como “Autómata” de Gabe Ibáñez, “Spring” de Justin Benson, “I Origins” de Mike Cahill y “The Signal” de William Eubank; llega “Ex Machina”, un film que aborda el tema de la inteligencia artificial como pocas lo han hecho hasta ahora.

Alex Garland, la mente maestra detrás de los guiones de tres títulos consagratorios como “28 Days Later” (2002), “Sunshine” (2007) y “Never Let Me Go” (2010), dirige su primera película, y es la historia de Caleb (Domhnall Gleeson), un empleado de una empresa de programación e informática que gana el premio de pasar una semana en casa de Nathan (Oscar Isaac), dueño de la empresa, una persona al que pocos tienen el privilegio de conocer. Una vez allí, Caleb no sólo descubre una mansión secreta llena de lujos y avances tecnológicos, sino también la máxima creación de Nathan, Ava (Alicia Vikander), una robot de apariencia humana con la que éste pretende revolucionar el mundo de la Inteligencia Artificial (I.A.).

La I.A. ha sido abordada en numerosas cintas desde los inicios del cine. “Metropolis” (1927) ya planteaba visionariamente esa posibilidad; “2001: Odisea del Espacio” (1968) tenía en HAL 9000 un elemento clave; George Lucas con “THX 1138” (1971) lo volvía a poner en discusión; y en 1982, Rick Deckard se hacía cargo de la búsqueda de los mejores replicantes de la historia en un clásico como “Blade Runner”. Sin ir más lejos, la saga de “Terminator” se sostiene sobre el enfrentamiento con Skynet, la I.A. que lidera el ejército de las máquinas.

Sin embargo, es en las últimas dos décadas donde han surgido títulos en los que la I.A. es el protagonista absoluto de la trama y, por ende, la deconstrucción del tema y el desarrollo de la cinta giran de manera exclusiva en torno a esta tecnología, cuestionando su uso y acercándonos a un futuro que cada vez tiene menos de ficción. “El Hombre Bicentenario” (1999), “Inteligencia Artificial” (2001), “Yo Robot” (2004) y recientemente “Her” (2013), a modo de ejemplo.

“Ex Machina” se suma a estos títulos, con el gran mérito que, a diferencia de las recién mencionadas (exceptuando “Her” de Spike Jonze), es el propio Alex Garland el que esta detrás del guion y no está basada en novelas escritas por monstruos de la ciencia ficción como Isaac Asimov o Brian W. Aldiss, lo que representa un reto mayor y del que sale gloriosamente bien parado.

Con tan sólo 15 millones de dólares de presupuesto (una cifra insignificante respecto a otras producciones), “Ex Machina” puede definirse como un “thriller psicológico romántico científico”, que plantea hasta qué punto la I.A. puede alcanzar completa autonomía en la mente de un robot y cual es el límite entre la realidad y la ficción, donde una máquina es capaz de sentir y, más aún, llegar a ser consciente de ese sentimiento y tener el albedrío de decidir si lo que es correcto para él, también lo es para el resto, y viceversa, es decir, una inteligencia creada, superior a la mente humana y, lo peor de todo, convencida de su propia existencia.

Si bien la cinta pierde ritmo por momentos, la minimalista puesta en escena, el escaso número de personajes y la poca cantidad de tecnicismos en los diálogos, permite que nos centremos en lo importante: la relación de Caleb y Ava (en clara alusión a Eva y la costilla de Dios), que comienza como la de un tutor con su alumna, a la que evalúa en su desarrollo en base a conversaciones, pero con la que se ve atrapado poco a poco, entre la admiración científica y su belleza física. Este ejercicio es conocido como el Test de Turing, donde Nathan oficia de juez, observando todo desde una cámara de vigilancia. De manera paralela, Caleb va descubriendo los secretos que se ocultan detrás de las habitaciones de la casa y de Kyoko (Sonoya Mizuno), la atractiva asistente de Nathan.

La cinta tiene grandes momentos, siendo las charlas “a solas” entre ambos protagonistas el punto más alto, donde la pantalla exuda erotismo. Los diálogos son agudos, en un constante desafío a la inteligencia del otro y con ello, también a la del espectador, poniendo a prueba nuestra empatía para con los personajes, sin abandonar la premisa sobre el valor de vida, la libertad y la cuestionada perfección de Dios y su máxima creación.

La tensión y la frialdad se respira desde la primera escena y gran mérito recae en las inmejorables interpretaciones de los tres personajes principales: Nathan como un tipo genio en la materia pero de evidentes carencias sociales; Caleb como un joven prodigio, permeable y admirador de la ciencia y su trabajo; y Eva, un personaje que consagra a la hermosa Alicia Vikander gracias a su capacidad de transmitir con detalles y lograr que empaticemos absolutamente con una máquina diseñada para pensar, convencer y conmover.

“Ex Machina” es un film redondo desde cualquier perspectiva. Su dirección es elegante y cada plano es más hostil que el anterior, que bailan sobre una banda sonora tecno futurista hipnótica, ahogándonos en una atmósfera misteriosa pero estimulante, que juega con los géneros y donde cada detalle está minuciosamente estudiado. Una propuesta reflexiva que juega con el misterio en clave de ciencia ficción, donde para ser víctima no sólo hay que serlo, sino también parecerlo.

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Wladimyr Valdivia
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