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Voto de Quique Martín:
10
Romance. Drama Jesse y Celine se conocieron en un tren y pasaron juntos una noche inolvidable paseando por Viena. Aunque prometieron encontrarse de nuevo seis meses más tarde, esa cita nunca llegó a producirse. Nueve años después, se vuelven a ver, pero esta vez en París. Jesse, que está de gira promocionando una novela, la ve en la librería donde está firmando ejemplares. Ella vive desde hace tiempo en París; él, en Nueva York. Jesse inmediatamente ... [+]
13 de noviembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han pasado nueve años desde la anterior (y maravillosa) entrega. Y, también, han pasado nueve años en las vidas de Jesse y Celine. Ese fragmento de tiempo es suficiente para cambiarnos todos. Y ellos no son la excepción.
La vida les ha llevado por caminos muy distintos desde ese día fatídico donde debían reencontrarse y jamás lo hicieron, hasta el día de hoy. En ese encuentro en la maravillosa librería de Shakespeare, en Paris, con el que arranca esta segunda cinta de la trilogía.

Sus distintos caminos les han llevado de la mano otorgándoles experiencias vitales felices, tristes, amargas o enriquecedoras. Les han caído capas y capas encima de crudeza y cinismo. De matar sus sueños, de aniquilar ilusiones, pero también de cumplir metas y objetivos.
Han aprendido a golpes, madurando a través de ellos y, también, han dejado atrás esas personas que eran con veinte años y que tenían un sin fin de planes por delante.
Pero lo que no han dejado de ser es ellos mismos. Porque la esencia de Celine y Jesse está en cada fotograma, en cada palabra, en cada gesto y en cada mirada que se producen ante nuestros ojos en la pantalla. En esos momentos dónde parece que van a tocarse, pero no tocan nada más que el aire. En esas bromas y sonrisas que intercambian cómo si su química hubiese quedado congelada en el tiempo. En esa forma en qué abren "el baúl de los recuerdos" para recordar quienes fueron cuando se conocieron en esa Viena que sólo existe ya en sus recuerdos y que el director se encarga de volvernos a entregar en esos planos, reutilizados a modo de flashback, que vemos en la apertura de la cinta.

Volviendo a utilizar los mismos recursos que maravillaron al mundo entero en "Before sunrise" (Y añadiendo uno brillante, el de estar rodada en "tiempo real") la cinta se maneja, en esta ocasión, por las calles de Paris. Huyendo, de nuevo, de los lugares icónicos para volver a colocarse a pie de calle, para comenzar a hablarnos de algo tan tremendamente complejo y peliagudo como son las relaciones humanas y cómo se ven afectadas por el paso del tiempo. Y lo hace utilizando largos y complejos diálogos, muy pocos cortes de plano, un uso tremendamente inteligente de los planos conjuntos de los actores, alternados con planos muy cortos para que veamos la emoción en sus caras, y esa sensación de que estamos respirando "realidad" por los cuatro costados.

Los actores siguen estando de diez y, realmente, da la sensación de que ellos han mutado y se han convertido en sus propios personajes (Ambos están acreditados como guionistas en esta entrega, así que quizás han puesto partes de si mismos, no lo sé) y saben perfectamente por dónde llevar a sus personajes en cada momento.
Si nos fijamos, la forma cómo fluye la conversación al inicio no tiene nada que ver en cómo fluye una vez se han superado esos momentos de "tanteo" iniciales, una vez las caretas han caído, los nervios del reencuentro han desaparecido y ha llegado el momento de hablar sin máscara. En ese instante dónde sólo queda hablar con el corazón y ya no existe espacio suficiente para seguir andando con pies de plomo.

En definitiva, considero esta cinta una de esas grandes secuelas de la historia del cine, tal y cómo suena. Creo que todo el equipo ha conseguido volver a realizar una maravillosa obra de arte ante la que sólo se puede aplaudir y disfrutar. Y que nos han otorgado a todos, al menos, una parte de ellos mismos en la que, si miramos bien, podemos vernos reflejados nosotros también. Sólo puedo aplaudir.
Quique Martín
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