Secuela tremendamente continuista con su predecesora. En ella repite prácticamente todo el elenco original y, la premisa, aunque mucho más "grande" viene a ser la misma. Un niño intentando detener a dos ladrones a cual más estúpido y más cafre.

La gracia de esta secuela es, precisamente, que todo sea a lo grande. Mientras que en la primera película teníamos una aventura infantil prácticamente centrada en una única localización (La casa de los McCallister), aquí tenemos la ciudad de Nueva York como el patio de juegos de Kevin McCallister.
Además, el hecho de situarle en el hotel plaza, lleno de lujos y de personal a su servicio, permite al guion introducir unos cuantos personajes nuevos (trabajadores del hotel) que funcionan especialmente bien desde el punto de vista cómico. Especialmente Tim Curry, que está desternillante.

En cuanto a términos meramente formales, la cinta vuelve a tener los mismos aciertos y los mismos defectos que la anterior. Cómo parte negativa vuelve a requerir del espectador hacer un salto de fe y creerse la viabilidad de que un niño de diez años consiga hacer todas esas cosas (Pero yo soy incapaz de penalizar en exceso en mi nota este tipo de propuesta tan ligerita con algo así que ya va implícito en todo ello). Como parte positiva, la comedia tan disparatada y tan física sigue funcionando de diez y nos otorga momentos, incluso, superiores a la anterior (como el momento ladrillos). Además, vuelve a utilizar bien el recurso de mezclar ese humor con momentos más sensibles y tiernos, buscando así el equilibrio entre la mera comedia y algo más de profundidad dramática. Tanto el momento conversación en el musical cómo la conversación en la tienda de juguetes con buena prueba de esto segundo y de lo bien que el guion lo introduce todo de forma sencilla.

Poco más que decir, si os gustó la anterior, esta os va a gustar igualmente. Todo lo que hizo a la anterior tan divertida vuelve a repetirse aquí y, sinceramente, creo que es una peli para pasar un muy buen rato en familia. Muy recomendable.