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Voto de El Extranjero :
9
7,1
57.315
Thriller. Acción. Drama
Yuri Orlov, un traficante de armas ruso, recorre los países en guerra intentando eludir no sólo la persecución de un implacable agente de la Interpol, sino también la de sus rivales en el negocio e incluso la de alguno de sus clientes, todos ellos importantes dictadores. (FILMAFFINITY)
14 de febrero de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
<<Se acerca un negro descomunal, que por lo visto además, parece poseer algún problema en la cabeza, a Nicolas Cage y le dice:
- Quiero la metralleta de Rambo.
Este, en el rol de un carismático traficante de armas sin escrúpulos, le replica con cierto grado de socarronería:
- ¿De qué parte, de la 1, la 2 o la 3?
Acto seguido se puede ver al demente gigantón disparando con una expresión de suma locura en su rostro por la ventana de un coche en marcha hacia un unas aldeas situadas en el continente africano. >>
Dicha escena resume muy bien la esencia de toda la película. Representa a la perfección el tono que va a adoptar la película y del cual no va a desprenderse hasta el fin de los últimos créditos, un tono desenfadado, satírico, que busca deleitar al espectador con sus altas dosis de ironía perfectamente aplicada. Y vaya si lo consigue. No es que te estés partiendo la caja durante toda la película, pero el escenario te atrapa, te absorbe, te sumerge de lleno en la situación, que en algunas veces se vuelve dulcemente amarga, lo cual hace que el visionado te suscite más interés aún si cabe, y resulte más ameno e interesante hasta llegar a lograr dejar huella.
Junto a esas punzadas de amargura, hay un estupendo hilo conductor, que procura que el entretenimiento no decaiga en ningún momento. Y es que el ritmo de la película es fenomenal. La amoralidad crece por momentos. Algunas escenas son simplemente impagables. Nicolas Cage que aquí demuestra lo gran intérprete que es, lanzando un sólido atentado contra un tema que es sabido que le preocupa, el tráfico de armas, poniéndose en la piel de un arrogante traficante sin escrúpulos, de esos de los que siempre se salva incluso de la situación más peligrosa, con su desparpajo, con su seguridad en sí mismo, y con su retorcido egoísmo que siempre logra sacar tajada del mejor postor. Él es el director de la orquesta, el que lleva la batuta, el que dirige el espectáculo, el que elabora la lista de los invitados para apuntarse a su guerra particular, la del comercio ilegal, la del tráfico, la despiadada fiesta de la guerra, tomándoselo todo con ese humor y esa agitada tranquilidad tan innata. Da igual si eres blanco, chino judío o negro, mientras tengas dinero o mercancía que me interese, serás mi amigo. Todo serán risas. Ahora te vendo todo a tí para que mates a tu enemigo, pero dentro de cinco minutos quizás estoy con el dicho adversario tuyo, vendiéndole también armas a él con mi habitual buen talante y una sonrisa en la boca. El dicho cúmulo de contrastes ejecutados tan bien en escena es lo que convierte de manera indiscutible a esta película en una de las mejores obras que he tenido el momento de presenciar. Y por muy mal que le vayan las cosas, a veces suele pasar si eres un traficante de armas, siempre guarda un as en la manga, siendo a veces cuestión de pura suerte, con el que sale impune o vivo de cualquier situación. La degeneración del personaje es una de los mayores atractivos de la película para un espectador con un mínimo de inteligencia emocional. Ver como negocia con diamantes a cambio de armas, tasándolos, comprobando su calidad, sabiendo que con esas armas que vende van a quedar dilapidados tantos pueblos, con esa inmutable expresión en su rostro, tan tranquila, de concentración, sin turbarse un ápice resulta tan irónico que por momentos resulta cómica toda esa amoralidad. Y mientras que el hermano menos inteligente del personaje de Yuri Orlov (Nicolas Cage) se da cuenta de lo que pasa y le dice que pare, y como este hace caso omiso de su hermano, intenta solventar las cosas por su cuenta, pero con poca fortuna, pues consigue que le matan. Y Nicolas esta vez se muestra algo enfadado e indignado, y con una ligera mueca en la que puede leerse algo de resignación y penuria, acepta las nuevas condiciones del trato, correspondiéndole menos diamantes, a cambio de la pérdida que acaban de sufrir los traficantes ahora mismo; el camión de armas que el desgraciado difunto ha hecho volar. Lo que no está claro es si la dicha resignación y penuria que se pueden observar en las facciones de Yuri se deben a la pérdida de su hermano o a que ahora le tocan menos diamantes. Para que no haya discusiones vamos a decir que la dicha mueca que muestra descontento se debe a la suma de las dos cosas. Lo dicho, esto es una obra maestra.
Otro momento que se me ha grabado en la retina es cuando Yuri se ve obligado a deshacerse de todas las armas que transportaba, no recuerdo bien si porque el avión había tenido que realizar un aterrizaje urgente a mitad del camino (en medio de un desierto africano) o porque algún tipo de autoridades le perseguía. El caso es que no había manera de deshacerse de toda el arsenal de una manera real, ¿o si? De repente al bueno de Yuri le ha llegado la salvación en forma de una enorme horda de niños africanos, que se han mostrado más que entusiasmados al ver que Yuri estaba más que dispuesto y encantado de proporcionar de manera totalmente gratuita toda esa cantidad de armas. Para que luego digan que encima es malo. Yuri regalaba felicidad. Y eso le hacía feliz a él. No vean la cara de felicidad y júbilo con la que gritaba: Mirad, ¡armas! Hay para todos! Se había librado de todas, y los niños, a cambio iban a ser benevolentes con él, durante las 24 horas que pasó esposado junto al avión roto, pues en nada el detective encarnado por Etah Hawke, que le pisaba los talones constantemente, y no remetía en su empeño de cogerlo, había llegado al lugar donde se hayaba Yuri, atrapado en medio del desierto, encandenándole a los restos del avión inservible durante 24 horas, lo máximo que su autoridad permitía retenerle. Como no había producto, pues por lo menos para joder un poquito. (...) Gran película.
- Quiero la metralleta de Rambo.
Este, en el rol de un carismático traficante de armas sin escrúpulos, le replica con cierto grado de socarronería:
- ¿De qué parte, de la 1, la 2 o la 3?
Acto seguido se puede ver al demente gigantón disparando con una expresión de suma locura en su rostro por la ventana de un coche en marcha hacia un unas aldeas situadas en el continente africano. >>
Dicha escena resume muy bien la esencia de toda la película. Representa a la perfección el tono que va a adoptar la película y del cual no va a desprenderse hasta el fin de los últimos créditos, un tono desenfadado, satírico, que busca deleitar al espectador con sus altas dosis de ironía perfectamente aplicada. Y vaya si lo consigue. No es que te estés partiendo la caja durante toda la película, pero el escenario te atrapa, te absorbe, te sumerge de lleno en la situación, que en algunas veces se vuelve dulcemente amarga, lo cual hace que el visionado te suscite más interés aún si cabe, y resulte más ameno e interesante hasta llegar a lograr dejar huella.
Junto a esas punzadas de amargura, hay un estupendo hilo conductor, que procura que el entretenimiento no decaiga en ningún momento. Y es que el ritmo de la película es fenomenal. La amoralidad crece por momentos. Algunas escenas son simplemente impagables. Nicolas Cage que aquí demuestra lo gran intérprete que es, lanzando un sólido atentado contra un tema que es sabido que le preocupa, el tráfico de armas, poniéndose en la piel de un arrogante traficante sin escrúpulos, de esos de los que siempre se salva incluso de la situación más peligrosa, con su desparpajo, con su seguridad en sí mismo, y con su retorcido egoísmo que siempre logra sacar tajada del mejor postor. Él es el director de la orquesta, el que lleva la batuta, el que dirige el espectáculo, el que elabora la lista de los invitados para apuntarse a su guerra particular, la del comercio ilegal, la del tráfico, la despiadada fiesta de la guerra, tomándoselo todo con ese humor y esa agitada tranquilidad tan innata. Da igual si eres blanco, chino judío o negro, mientras tengas dinero o mercancía que me interese, serás mi amigo. Todo serán risas. Ahora te vendo todo a tí para que mates a tu enemigo, pero dentro de cinco minutos quizás estoy con el dicho adversario tuyo, vendiéndole también armas a él con mi habitual buen talante y una sonrisa en la boca. El dicho cúmulo de contrastes ejecutados tan bien en escena es lo que convierte de manera indiscutible a esta película en una de las mejores obras que he tenido el momento de presenciar. Y por muy mal que le vayan las cosas, a veces suele pasar si eres un traficante de armas, siempre guarda un as en la manga, siendo a veces cuestión de pura suerte, con el que sale impune o vivo de cualquier situación. La degeneración del personaje es una de los mayores atractivos de la película para un espectador con un mínimo de inteligencia emocional. Ver como negocia con diamantes a cambio de armas, tasándolos, comprobando su calidad, sabiendo que con esas armas que vende van a quedar dilapidados tantos pueblos, con esa inmutable expresión en su rostro, tan tranquila, de concentración, sin turbarse un ápice resulta tan irónico que por momentos resulta cómica toda esa amoralidad. Y mientras que el hermano menos inteligente del personaje de Yuri Orlov (Nicolas Cage) se da cuenta de lo que pasa y le dice que pare, y como este hace caso omiso de su hermano, intenta solventar las cosas por su cuenta, pero con poca fortuna, pues consigue que le matan. Y Nicolas esta vez se muestra algo enfadado e indignado, y con una ligera mueca en la que puede leerse algo de resignación y penuria, acepta las nuevas condiciones del trato, correspondiéndole menos diamantes, a cambio de la pérdida que acaban de sufrir los traficantes ahora mismo; el camión de armas que el desgraciado difunto ha hecho volar. Lo que no está claro es si la dicha resignación y penuria que se pueden observar en las facciones de Yuri se deben a la pérdida de su hermano o a que ahora le tocan menos diamantes. Para que no haya discusiones vamos a decir que la dicha mueca que muestra descontento se debe a la suma de las dos cosas. Lo dicho, esto es una obra maestra.
Otro momento que se me ha grabado en la retina es cuando Yuri se ve obligado a deshacerse de todas las armas que transportaba, no recuerdo bien si porque el avión había tenido que realizar un aterrizaje urgente a mitad del camino (en medio de un desierto africano) o porque algún tipo de autoridades le perseguía. El caso es que no había manera de deshacerse de toda el arsenal de una manera real, ¿o si? De repente al bueno de Yuri le ha llegado la salvación en forma de una enorme horda de niños africanos, que se han mostrado más que entusiasmados al ver que Yuri estaba más que dispuesto y encantado de proporcionar de manera totalmente gratuita toda esa cantidad de armas. Para que luego digan que encima es malo. Yuri regalaba felicidad. Y eso le hacía feliz a él. No vean la cara de felicidad y júbilo con la que gritaba: Mirad, ¡armas! Hay para todos! Se había librado de todas, y los niños, a cambio iban a ser benevolentes con él, durante las 24 horas que pasó esposado junto al avión roto, pues en nada el detective encarnado por Etah Hawke, que le pisaba los talones constantemente, y no remetía en su empeño de cogerlo, había llegado al lugar donde se hayaba Yuri, atrapado en medio del desierto, encandenándole a los restos del avión inservible durante 24 horas, lo máximo que su autoridad permitía retenerle. Como no había producto, pues por lo menos para joder un poquito. (...) Gran película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Sin embargo, llegará una sorpresa más de cara al final; cuando por fin el incesante e impertérrito detective Ethan está en la sala de interrogatorio frente a Yuri, por fin detenido, el hombre le dice con sosiego y pausa que en el fondo le cae bien, y que no le guarde demasiado rencor por lo que va a pasar. Afirma que en 5 minutos alguien va a llamar a esa puerta, y que va a decir que le tiene que soltar, que el se va a cabrear y mucho, pero que no va a poder nada, puesto que es una orden que viene de muy arriba, de filas cercanas al presidente de Estados Unidos, que es consciente que uno de los pilares de su hegemonía tanto a nivel económico como presencial se debe a hombres como Yuri Orlov, y que por tanto debe quedar en libertad. Y en efecto, como si de un deja vú, se tratase, ocurre todo exactamente como lo había descrito Yuri, que acaba viéndose en libertad. Eso sí, ha perdido a su familia, a su mujer, la cual, muy enfadada trata de joder a su cónyuge, pero que tampoco lo logra, pues Yuri es intocable y siempre se guarda un as en la manga. Y si alguien le gana la mano, y le arrebata algo que parece ser, de suma cuantía, esta no resulta ser más que una insignificante parte del colosal stack oculto tras una fina cortina de humo que mueve Yuri. Enorme película, colosal. Trata el asunto con una consolidada base humorística, ironía, reveses que hayan la horma de su zapato en un golpe mayor aún... Verdaderamente brillante. Además, el trato que se le da al argumento es exquisito, todo muy creíble, sin desvaríos ni excesos. Buen cine. Y ver a Nicolas Cage inmerso en ese rol de déspota traficante, en lo que corresponde afirmaciones groseras y despectivas con otras que no tienen nada que envidiarlas, haciendo gala de su ingenio, sabiendo que el dicho actor es uno de los que con más voz está en contra de la dicha actividad es el colmo de la ironía. Puro humor negro.