No pilla de sorpresa el hecho de que uno de los recursos interpretativos preferidos de Penn sea una tendencia al histrionismo extremo en lo que al gimoteo y llanto se refiere en practicamente todos sus personajes. Sin ir más lejos su siguiente película, en la que vuelve a repetir protagonismo con su por entonces esposa Robin Wright, 'Hurlyburly', es igual de desastrosa. Posiblemente para el intérprete lo dicho suponga una prestigiosa marca de identidad (por aquello de saber llevar al límite situaciones emocionalmente dramáticas; relevantes), para mi una pose desagradable, diría que incluso un tanto caprichosa y megalómana. Como director también tiende sobremanera al drama emocionalmente extremo y buscado. Claro que tiene obras buenas, pero también pestiños realmente insoportables con unas escenas tan patéticas que a un servidor le daría vergüenza haberlas filmado. Todo en este proyecto resulta tonto y bochornoso, los tres protagonistas están fatal. En un momento da la impresión de que Travolta iba a dar un buen contrapeso dramático pues en un principio se lo veía más contenido, pero no tarda en contagiarse por el bobo guión. Por último, Robin Wright también resulta insoportable y constatar que solo escribo esto para evitar que algún incauto caiga en la trampa de presenciar tamaño disparate de Serie B atraído por alguno de los nombres del elenco.