Lo que me ha pasado con este episodio es que no he entendido muy bien por qué, en vez de pretender conseguir más sellos, no vendieron los que tenían. El agente financiero de su padre les dijo que los sellos que ya poseían valían mucho dinero, ¿para qué quieren más? Es más, teniendo en cuenta la inexperiencia que poseen respecto a almacenaje de objetos tan valiosos pues lo lógico sería que se deshicieran cuanto antes de todos ellos al mejor precio posible, y así poder dormir bien por las noches sabiendo que nadie va a entrar a robar nada, -que es lo que ha terminado sucediendo,- y evitar toda esa toma de medidas de seguridad (barrotes, alarmas, canes adiestrados), al igual que tampoco sospechar, recelar y mantener trato con personajes que preferirías mantener lejos posible de tus seres queridos, por no hablar de la desconfianza mutua que contraen debido a la sempiterna condición de la codicia del hombre y el miedo de ser engañado por otra mente inteligente y quedarse sin nada, metáfora que en esta ocasión está representada de manera demasiado tibia para mi gusto como para enmarcarla, por evidente y sencilla.

Volviendo al foco argumental, ¿les ha entrado de repente la misma devoción de su padre por coleccionar esos sellos? No me pega nada que a un rockero y su hermano, personas de clase media y sin demasiado recorrido cultural y artístico que sepamos contraigan dicha aficción.