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Voto de El Extranjero :
9
6,8
1.045
Drama
Argelia 1935, Mersault, un modesto empleado que vive y trabaja en Argel, recibe la noticia de la muerte de su madre. Sin estar particularmente angustiado, va a velar el cuerpo y acompañarla al cementerio. A su regreso, después del funeral, encuentra a Marie, una mecanógrafa amiga suya, y comienza una relación con ella. Un vecino suyo, Raymond, un pícaro, le ofrece su amistad y le pide ayuda para vengarse de una chica árabe. Meursault, ... [+]
6 de febrero de 2022
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como habitualmente la gente no lo hace, existe un concepto artificial de moral que no puede ser más antagónica al espíritu de lo que significa dicha palabra. No obstante es el terreno navegable elegido dentro del cual poder fluctuar. Es lo establecido, lo socialmente aceptado. Pero cuando alguien osa posicionarse fuera de lo que dicha moral de plástico tolera, bien sea por rebeldía pura o bien por todo lo contrario, por inocencia y sencillez extrema, por no entender las reglas del juego (este sería aquí el caso), pasa directamente a caer mal, a incomodar, porque su visión de la vida propone algo que nadie jamás se atrevió a contemplar. Es una amenaza para la sociedad porque está poniendo en entredicho la reputación de cada individuo como buen intelectual y cristiano, y que por supuesto se encuentra en el dominio de la verdad absoluta. Por tanto hay que eliminarlo, aplastarlo, da igual que lleve razón, sea culpable o inocente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Su abogado ya se lo dijo: di esto, aquello y lo otro y te absolverán, dando a entender que era un proceso sencillo. Pero no entendía por qué tenía que mentir, si no se sentía culpable ni arrepentido por nada. La obra es una malvada alegoría que explica muy bien el funcionamiento de la sociedad, describiendo que el juicio social es un circo romano, arbitrario, presto a las tergiversaciones, moldeable a capricho, fácilmente manipulable. De hecho el proceso es una sucesión de reveses para la suerte del acusado, que se dan de la forma más estrafalaria posible, dando la sensación de ser alguna extraña broma de mal gusto que le están gastando entre todos. Porque la existencia tiene muchos pasajes absurdos, que son difíciles de explicar, pero simplemente pasan. Y cuando se intentan exponer con la sencillez y la ligereza con la que ocurrieron nadie te toma en serio (me refiero a que el público se rio cuando Mastroianni dijo que apretó el gatillo como acto reflejo porque se encontraba mareado por el sol). No entendía la importancia de decir que le tenía apego a su madre muerta, esto a la sociedad le parece monstruoso y es una razón por la que ha de ser culpable, el crimen ya casi que pasa a un segundo plano. Es terrible pero es verdad, encuentro muchos paralelismos con la realidad. Cuando fue interrogado por el juez por su creencia religiosa simplemente tenía que haber dicho aquello lo que era fácilmente intuíble que el orondo magistrado quería escuchar. Pero el pobre no entendería por qué debía mentir, cuando el no encontraba amoral declararse ateo ni renegar del miedo a (lo que este llamaba) Dios.
En el primer acto Mastroianni acepta la amistad de un maltratador y embaucador, ahí el espectador es testigo de lo pusilánime de su espíritu. Que en verdad nada le importa demasiado, ni siquiera que una mujer lo ame o saber si él la ama de verdad (aunque la concepción que se tiene de la mujer en esta película es una muy cosificada, está ahí como soporte y fuente de placer del hombre, nunca en calidad de individuo con personalidad propia). Se trata de una persona conformista, que lo observa todo con una profunda indiferencia, pasividad (por el carácter del protagonista, el absurdo del devenir, ritmo, escenario, ambientación, año de filmación, procedencia, me recordó mucho a 'El reportero' [1975], morosa película que al igual que esta encontré muy inspiradora).
Respecto al final, mi impresión es que rechaza al capellán no tanto por lo exacerbado de su ateísmo sino porque no le daba la gana de pensar o de creer (en) aquello a lo que este casi le estaba induciendo. Aquel sacerdote no representaba a Dios, como vanidosamente pretendía hacer ver, sino que perseguía modificar la creencia de los desesperados condenados a muerte, haciendo que creyeran aquello en lo que él les estaba diciendo, mero deseo de influir sobre los demás. Una forma de vampirismo psicológico de lo más ruín y deleznable por partida doble; por un lado teniendo en cuenta la exánime condición de los afectados, y por otro al usar la concepción de Dios para manipular la fé de un hombre.
Por lo tanto se puede sentenciar que la mejor herramienta de una persona a la hora de sobrevivir en la sociedad es la apariencia (la mentira). Lamentablemente esto parece una realidad atemporal, y eso los que patentaron las redes sociales os aseguro yo que lo entienden.
En el primer acto Mastroianni acepta la amistad de un maltratador y embaucador, ahí el espectador es testigo de lo pusilánime de su espíritu. Que en verdad nada le importa demasiado, ni siquiera que una mujer lo ame o saber si él la ama de verdad (aunque la concepción que se tiene de la mujer en esta película es una muy cosificada, está ahí como soporte y fuente de placer del hombre, nunca en calidad de individuo con personalidad propia). Se trata de una persona conformista, que lo observa todo con una profunda indiferencia, pasividad (por el carácter del protagonista, el absurdo del devenir, ritmo, escenario, ambientación, año de filmación, procedencia, me recordó mucho a 'El reportero' [1975], morosa película que al igual que esta encontré muy inspiradora).
Respecto al final, mi impresión es que rechaza al capellán no tanto por lo exacerbado de su ateísmo sino porque no le daba la gana de pensar o de creer (en) aquello a lo que este casi le estaba induciendo. Aquel sacerdote no representaba a Dios, como vanidosamente pretendía hacer ver, sino que perseguía modificar la creencia de los desesperados condenados a muerte, haciendo que creyeran aquello en lo que él les estaba diciendo, mero deseo de influir sobre los demás. Una forma de vampirismo psicológico de lo más ruín y deleznable por partida doble; por un lado teniendo en cuenta la exánime condición de los afectados, y por otro al usar la concepción de Dios para manipular la fé de un hombre.
Por lo tanto se puede sentenciar que la mejor herramienta de una persona a la hora de sobrevivir en la sociedad es la apariencia (la mentira). Lamentablemente esto parece una realidad atemporal, y eso los que patentaron las redes sociales os aseguro yo que lo entienden.