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España España · Málaga
Voto de Kaori:
5
Romance. Drama La apacible pero anodina vida de Francesca Johnson (Meryl Streep), un ama de casa que vive en una granja con su familia, se ve alterada con la llegada de Robert Kincaid (Clint Eastwood), un veterano fotógrafo de la revista National Geographic, que visita el condado de Madison (Iowa) para fotografiar sus viejos puentes. Cuando Francesca invita a Robert a cenar, un amor verdadero y una pasión desconocida nacerá entre ellos. (FILMAFFINITY)
11 de mayo de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya podría Eastwood haberse puesto tan romántico en sus buenos tiempos. No digo que no se conserve bien en «Los puentes de Madison», que se conserva, pero es que haberle visto con unos cuantos años menos soltando esas frases tan bonitas y con su cabellera castaña mojada bajo la lluvia hubiese sido más impactante aún. La regularidad de la película que nos dirige y protagoniza Clint Eastwood da el salto precisamente en esa escena, la que a todos nos encanta, la que todos alabamos y, por ella, creo que hasta algunos se olvidan de lo normalita que es en todo lo demás. La música de Lennie Niehaus y Meryl Streep ponen el corazón roto y lloroso a un amor efímero y, quizá por eso, imborrable para quienes lo sienten. Pedazo de momento, eso no voy a discutirlo.

Antes que nada he de hacer una reflexión sobre la dicotomía que la película parece plantear entre amor verdadero y amor institucionalizado. Es necesario recordar que cada uno de los personajes ha hecho una elección. Puede que la sociedad te empuje a casarte y a formar una familia, pero nadie, absolutamente nadie, te dicta a quien elegir para este propósito. Francesca, imagino que en una mala situación en la Italia de la segunda guerra mundial, tomó la decisión de quedarse con el amor de conveniencia, el soldado que la llevaría a su querida América, y renunciar así al posible amor verdadero, que en ese momento no debía de considerarlo prioritario. Su propia hija eligió para casarse con él a un impresentable que le hace la vida imposible. Esto no es culpa de la institución del matrimonio, ni de sus convenciones sociales, que se presentan como incompatibles con el amor eterno, sino una cuestión de decisiones individuales equivocadas que, en fin, nadie reconoce ni de las que se arrepienten.

La historia nos cuenta el amor maduro de una ama de casa italiana en Iowa y un fotógrafo aventurero de National Geographic que pasa por allí para hacer un reportaje de los puentes de Madison, claro. El impedimento de esta idea es que nos tenemos que creer que en un día (que no son ni cuatro, ese es el tiempo que pasan juntos en total); que en un día, digo, dos personas se enamoren con ese apasionamiento y esa convicción de para toda la vida. En teoría esto es romántico, pero la verdad es que, para mi gusto, esa inmediatez le hace perder encanto y hasta sentimiento a la relación. De hecho, hubiera quedado mucho más bonito que en los cuatro días no se hablaran de amor, apenas se tocasen, a lo sumo un beso; entonces sí que la historia, contenida y silenciosa, podría haber llegado a un nivel mayor de sensibilidad y belleza.

Elegante drama romántico y, a su manera, tierno.
Kaori
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