Muy divertido. Así podemos describir el inicio de la tercera temporada de «Sherlock». De alguna forma merece una disculpa por mi parte porque en este primer capítulo se aclaran algunos detalles de «El último cara a cara» que no tenían sentido. Quien haya leído mi crítica de ese episodio lo entenderá.

De esta manera, descubrimos que Mycroft no es estúpido sino todo lo contrario. Este giro me ha gustado especialmente porque sin duda el hermano mayor de Sherlok Holmes es uno de los personajes más interesantes. Mark Gatiss hace de un inglés modelo. De ese británico con una flema casi exasperante, irónico, educado y leal a su país y a la gente que le importa, aunque finja no importarle. En este sentido, la relación entre los hermanos mejora y tienen algunos buenos y graciosos momentos, como el de la partida «de ajedrez».

Claro, que sin duda el punto fuerte es la relación entre Sherlock y Watson. El reencuentro no tiene desperdicio y esa forma de plantear sus relaciones como si fuesen las de una pareja de enamorados es hasta el momento de lo mejor de «Sherlock». El misterio en esta ocasión queda en un muy segundo plano y, quizá por eso mismo, no comete errores en la trama.

Eso sí, lo de Sherlock en plan Rambo es..., bueno, en fin. Sin comentarios.