Tiene mérito esta película. Se nota la base japonesa, tanto en el terror como en la banda sonora, música que por momentos me hacía recordar a Yoko Kanno. Pero no es ella. Es Akira Yamaoka, compositor que a partir de ahora habrá que seguir muy de cerca.

Admito sin tapujos que «Silent Hill» me ha puesto los pelos de punta. Y mira que es difícil que sienta miedo en Cine. A mi el género me encanta, pero desde «The Ring» (versión japonesa) no había sentido ese nudo en el estómago ni ese grito en la garganta, sin querer mirar pero mirando el monstruo en la pantalla. En spoiler especifico la escena que me ha aterrado, porque se la merece.

Vista la película, me encantaría conocer el videojuego, aunque me sería imposible jugarlo. Yo soy de esas personas que se meten de lleno en la trama y vivo tanto lo que le ocurre a mi personaje, que la tensión me invade por completo. Aún así, dicen los conocedores de «Silent Hill» que está bastante bien adaptado, cosa que me la creo, porque los gráficos, los seres monstruosos, el ambiente y todos los escenarios quitan el sentido. Que espanto, que espanto.

Lo que sí voy a reprocharle es la pasividad y la frialdad de sus protagonistas. Dejando a un lado al atractivo Sean Bean, que queda aparte de todo el embolado, Rose y la agente viven semejante experiencia paranormal con un miedo y unos nervios que no alcanzan las cotas que deberían alcanzar. Digo yo, vamos, que encontrarse con ese mundo de cucarachas con rostro o monstruos inclasificables tiene que marcarte demasiado como para, a la primera de cambio, mantener unos diálogos de lo más coherentes y una actitud sin ningún titubeo.

La película tiene una primera parte muy buena, pero digamos que a partir de la llegada a la iglesia la trama empieza a decaer, para nuestra desgracia. La explicación al por qué de Silent Hill está bien y el final es absolutamente sorprendente. Algunas situaciones son referentes claros a la estructura de videojuego, con lo cual se evitan las explicaciones; por ejemplo, la pista que la protagonista encuentra en la boca de determinado ser. Y ella, ¿qué sabe?

Sea como sea, es una buena opción para que una noche te la pongas en casa, solo (si te atreves) o acompañado. A ver qué tal.