Primera entrega de la trilogía Batman según Nolan, tan obtuso como estoy empezando a pensar que es lo habitual en él. Su impagable suerte es que cuenta para su película con esos monstruos del Cine llamados Gary Oldman, Michael Caine, Morgan Freeman y Liam Neeson. Si es que es demasiado espectacular para que aparezcan todos en una misma frase.

Bueno, tampoco quiero olvidarme de Chirstian Bale, quien cada día me gusta más como actor y como hombre, con su discreto aire de profesional todoterreno y cierto morbo inquietante al que contribuye ese frenillo galés en sus finos labios. Así, no es culpa suya que su Bruce Wayne sea un personaje tan pretencioso, carente de verdadera entidad. Por mucho que durante una hora nos martilleen con diálogos sobre no sé qué del miedo, la ira, la venganza y algo de fundirse con la oscuridad (¿en serio?), nos quedamos igual de indiferentes que al principio y lo único que se saca en claro, porque es lo único que interesa, es que Bruce quiere combatir el mal. Punto. Las ideas más imperecederas y profundas se transmiten en una frase, en una imagen, y no a través de discursitos de auto ayuda barata e insignificante que todos los personajes, todos, se sueltan unos a otros, y además de forma concatenada y precipitada, lo que es casi peor. Vamos, lo que se conoce en término llano como rayar al personal. El colmo es ese momento mafioso-Bruce en el que el delincuente se pone a filosofar con él en cuanto se sienta a su lado. ¡Por qué!

La parte pre Batman es ridícula, sobre todo porque Nolan ha demostrado que quiere racionalizar un cómic de superhéroes. Esta ilusión dura en el espectador lo que tarda en salir el maravilloso Neeson hablado de la Liga de las Sombras... Todo lo que viene después, hasta que empieza el ataque a Gotham, es de risa, incluida la escena de la muerte de los Wayne, las peleas borrosas en las que solo se aprecia que Batman da vueltas; la forma de pertrechase de su equipo de murciélago o, por supuesto, el entrenamiento con Ra's Al Ghul, en el que, como en todos los entrenamientos modernos, hablan más de lo que se ejercitan.

A favor, una Gotham bien ambientada, realismo en los efectos especiales, un guión que no da tumbos y una figura de Batman bella y poderosa, por ejemplo, cuando vuela rodeado de murciélagos.

Para pánico las odas a «Batman Begins» y sus secuelas. Me queda la última. Espérame, Bale.