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España España · Málaga
Voto de Kaori:
3
Romance. Drama. Aventuras Jack (DiCaprio), un joven artista, gana en una partida de cartas un pasaje para viajar a América en el Titanic, el transatlántico más grande y seguro jamás construido. A bordo conoce a Rose (Kate Winslet), una joven de una buena familia venida a menos que va a contraer un matrimonio de conveniencia con Cal (Billy Zane), un millonario engreído a quien sólo interesa el prestigioso apellido de su prometida. Jack y Rose se enamoran, pero el ... [+]
5 de octubre de 2012
37 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que hay que ver, oír y, en este caso, leer. Algunos usuarios se ponen rojos de ira y hasta recurren al gatillo del insulto ante las críticas negativas hacia «Titanic». ¿Es que a todos nos tiene que gustar por narices? Pues a mi no me ha gustado. Y muchos se creerán, proyectando sus propias fantasías y complejos, que no me ha gustado porque se llevó once Oscars, invirtió mucho dinero o cualquier otra cosa; todo menos la verdad: que la película es bastante mediocre.

«Titanic» se presenta como una cinta épica donde la tragedia y el romance se dan la mano. El primero se desarrolla a través del segundo, y la historia funciona a medias, en tanto hecho histórico y verídico. Nada puedo criticar a Cameron respecto a la recreación de la catástrofe y la buena realización técnica; el barco en picado, por ejemplo, es impresionante.

Ahora bien, dejando el drama histórico, la película en sí, como producto cinematográfico con planteamiento, desarrollo, nudo y desenlace; con personajes, diálogos y emociones; con un mensaje, una ideología y una estética; como obra cinematográfico, digo, no es nada. Por eso no me ha gustado. Qué le voy a hacer.

Para empezar, he de decir que la pareja Winslet - DiCaprio no pega ni con cola. Lo siento mucho, pero ella, que es potente y maciza, no encaja con el fino y aniñado Leonardo. Véase si no, esa secuencia en la que Jack tiene que sostener a Rose por la barandilla, acto tan imposible para sus humildes músculos que se requiere de doble. Y así, todo. Mucho mejor Cal (Billy Zane), personaje al que hay que hundir y degradar a toda costa porque si no, ¿de qué una chica iba a fijarse en Jack? Vamos, a un tipo rico, elegante, culto, educado, con sensibilidad para el arte, emprendedor, con don de gentes, agradable sin ser un payaso, seguro de sí mismo y galante, ¿cómo se le iba a rechazar? ¿Dónde estaría el problema? Pero, claro, hay que insistir, a parte de lo dicho, en lo maltratador que es, en lo elitista y poco caritativo, en su soberbia y egoísmo, compendio de todo lo malo que supuestamente tiene la alta y rica sociedad, para que así nos solidaricemos con la pobrecilla de Rose y queramos salir corriendo de esa cárcel terrible en la que vive. De verdad, en serio: ¿esto se lo cree alguien?

La historia de amor es más que cursi: es plomiza y desagradable. Que romántico, oye, eso de ponerse a escupir al mar. Lo nunca visto. Pero que bien que se lo pasan ellos, riendo como chicuelos tras una travesura, bebiendo cerveza y posando desnudos... Bueno, o desnuda, con un diamante regalo de ese prometido que tanto odia. Hija de mi vida: ¿cómo se puede ser tan, pero tan baja? Que precisamente Rose se queje de su posición social es lo que ya me repatea el estómago.

A ver, puedes protestar porque tu madre no te quiere, por el prometido que te han elegido o incluso por frustraciones que una sienta, implícitos en la naturaleza humana, pero ¿rechazar de raíz la clase a la que perteneces, y toda tu forma y estilo de vida privilegiados? Ahora se ve que la educación, la urbanidad, la galantería, la dignidad, la autoestima, la elegancia, los perfumes, las sedas o los viajes de lujo son cosas dignas de lástima, motivos de amargura. No, no, Rose quiere montar a caballo a horcajadas y viajar por el mundo... pero no piensa ni por un instante que puede cumplir todos esos deseos (caprichos) gracias al dinero, a esa posición social y, sobre todo, a ese poder que su estatus le otorga. Afortunada ella, que puede elegir. ¿O qué se cree? ¿Que las prostitutas de París, esas de los dibujos de Jack, pueden permitirse esos caprichos? Esas mujeres sí que son esclavas y viven en cárceles, no ya siquiera de oro, sino de sufrimiento y humillaciones. Insisto: ¿pero qué se cree Rose?

Si el romance no te gusta, ya poco se puede aprovechar. De Jack decir que me cae bien (sin ser ni mucho menos atractivo) y me da hasta penita el desenlace, aunque coincido plenamente en que está forzadísimo, así como otras situaciones que, a la postre, se ven que, lejos de ser románticas, son decisiones estúpidas. El momento me subo o me bajo de la barca es una de ellas. Otras escenas producen, directamente, vergüenza ajena, como la de la anciana con las uñas de los pies pintadas (cosa que hace daño a los ojos) asomándose desde el barco, y lo que lleva en la mano, y lo que hace con él... Ojú.

A un paso de ser inaguantable. Lo bueno es que, poco a poco, el tiempo parece estar poniéndola en su lugar: el lugar del cine superfluo y sin atributos. Y es verdad: «Titanic» fue un antes y un después en el Cine, y ya sabemos todos lo que después fue el cine. No es para agradecérselo.
Kaori
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