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España España · Málaga
Voto de Kaori:
4
Fantástico. Romance. Thriller Tras convertirse en vampiro, Bella debe adaptarse a su nueva naturaleza. Cuando nace Renesmee, la familia Cullen tendrá que protegerse de la amenaza de los Volturi, pues existe una ley que prohíbe transformar a los niños en vampiros, ya que son difíciles de controlar y pueden provocar desastres que pongan en peligro la secreta existencia de los vampiros. Segunda parte de "Amanecer" y quinta entrega de la franquicia cinematográfica ... [+]
25 de noviembre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eso exclamó en un momento dado una compañera de butaca en la sala de cine, supongo que seguidora de la saga Crepúsculo vista su emoción ante «Amanecer - Parte 2».

Porque, claro, todo el mundo quiere ser increíblemente bello, ágil, fuerte, poderoso, rico, con una familia amplia y unida; con un marido estupendo, una hija encantadora y una posición en lo más alto de la cadena evolutiva y en la estructura social. El vampirismo se nos muestra como una opción de vida «extraordinaria», tal y como el propio Edward afirma en agradecimiento a su padre, ya convencido por completo de lo maravilloso que es estar muerto.

En realidad entiendo el afán por darle al vampiro un final bueno y feliz. Las fascinación que despierta es tan grande, que queremos normalizar su estatus e incluirlo en la sociedad, como uno de nosotros, pero con el morbillo de que sea duro, de que sea fuerte, de que tenga un punto de peligrosidad y se comporte como un héroe debido a sus capacidades. Lo entiendo, pero el enfoque es totalmente equivocado. Parece que aún muchos no se han dado cuenta de que el vampiro clásico, el mito que tradicionalmente se ha perpetuado, tiene todos los elementos necesarios para trascender, enamorar y emocionar. Su belleza está directamente relacionada con sus limitaciones: lo monstruoso, la oscuridad, su vida solitaria, su inmortalidad, quizá no buscada ni deseada pero inevitable; el deseo físico y líquido, lo prohibido y lo atrayente; su capacidad de amar y de odiar, de vivir y de morir a un tiempo. Eso sí es épico.

Esta última parte, dividida de la tercera por pura ambición mercantil, es muy floja precisamente por eso: porque no hay historia que contar. Nacida ya la hija y superado el peligro, tienen que volver a los Volturis, organización que siempre me ha repateado: no sé qué hacen, no sé qué quieren, no sé qué esperan, no sé cómo son, no sé cuántos la forman, no sé por qué viven donde viven, no sé cuándo se creó, no sé qué opinan los demás vampiros de ellos y no sé si, a fin de cuentas, convienen o no convienen para la raza vampírica. Porque tal y como nos lo ponen, son muy malos y sin escrúpulos, pero parece que a nadie le importa mientras no le toquen a ellos. El desenlace es esperanzador pero tremendamente engañoso; a un paso de ser un producto que terminara sorprendiendo a lo grande y hasta ampliara su radio emocional, se queda en la misma chapuza de siempre.

Lo que sí que hay que reconocer a la película (y por extensión a toda la saga) es el homenaje y la recuperación de la idea del amor romántico. Ese amor ya dañado por los nuevos cánones, aquí se exalta, se defiende y se enarbola hasta el último minuto, literalmente hablando. El amor que es para siempre, eterno, más allá de todo y de todos; el alma gemela, el amor predestinado, del que no se puede escapar. El amor, en definitiva, con la que todas soñamos aunque quede muy carca decirlo. Ahí está, si no, la legión de admiradoras de Crepúsculo para gritarlo al mundo.

Ya que es la última, me da pena darle una nota muy baja, pero es que realmente no tiene mucho en lo que destaque. De todos modos, le voy a subir una estrellita por toda la saga y los buenos momentos de risas y debate que nos ha dado. ¿O no?
Kaori
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