Confesaré que no tengo muy claro cómo valorar esta película. Es correcta en todos los aspectos, menos en uno: que la historia original es mucho mejor que la ficticia.

Esto me lleva a pensar en la idea del «basado en hechos reales». Me pregunto cuál es el límite entre la creación, la readaptación, la invención, y la realidad. Hay muy buenas películas que se basan en historias reales y que, al mismo tiempo, modifican esa historia de una u otra manera. Supongo que es legítimo hacerlo pero, entonces, ¿dónde está el equilibrio? ¿Cómo lograr la conjunción perfecta? ¿Por qué a veces lo damos por bueno y otras por malo?

No lo sé, quizá sea una cuestión de intencionalidad. De por qué se hacen las cosas, qué motiva los cambios, para qué, y qué se obtiene con ello. En el caso de «The Imitation Game» lo que vemos en pantalla es un pálido reflejo de la realidad, que se altera o se omite por diferentes objetivos ideológicos que dan como resultado una historia del montón con los típicos tópicos bienintencionados: mujer feminista, genio antisocial e incomprendido con acoso en la infancia, espías soviéticos y ejército tocanarices. ¿En serio la vida y la obra de Alan Turing puede reducirse a eso? ¿De verdad que el descifrado de Enigma se limita a estas cuatro conversaciones entre discusión y discusión? Que ni siquiera se hayan atrevido a mostrarnos la muerte de Turing con la manzana envenenada (por voluntad o por accidente, que hay informaciones de todo tipo) inspirado, dicen, por su película favorita «Blancanieves», lo que es digno de otra película en sí mismo, es una muestra de la poca capacidad de trascendencia e imaginación. Una manzana mordida, sí, ¿a que os suena...?

Así pues, «Descifrando Enigma» solos nos deja el tibio reflejo de una historia apasionante, con la Segunda Guerra Mundial y la ciencia más pionera como trasfondo y la vida de Alan Turing como núcleo. Sin embargo, ninguna de las dos tramas llega a impresionar lo bastante ni a despegarse de lo cómodo y lo meramente correcto. Y mira que tiene de todo: trasgresión homosexual, cerebros privilegiados, una época tan bella como elegante cuya intachable recreación, por cierto, no desprende ese glamur, ese carácter retro y evocador del pasado; el juego entre éxito y fracaso, entre popularidad y ostracismo; cómo la vida va girando, de forma imprevisible, inesperada, hasta que te cae la manzana encima y todo cambia.

Poco más.