En la oleada de cine de terror japonés llegó con éxito «Llamada perdida», una película claramente influenciada por la que creo que es, a la espera de volver a verla, un icono del cine contemporáneo: «The Ring». Sus efectos se ven reflejados en una película como esta, hecha seis años después por el director Takashi Milke, de quien a su vez parece que Nakata también se fijaría para su posterior «El complejo».

«Llamada perdida» utiliza las nuevas tecnologías para crear una nueva leyenda urbana, un nuevo mito que pueda insertarse y fluir en la sociedad actual: la llamada al móvil que anuncia tu propia muerte. Bueno, seamos precisos: ¿la anuncia, la previene, acaso es una llamada del más allá? Muchas preguntas y realmente pocas respuestas, o quizá mal respondidas.

Quizá lo más importante del argumento es que no queda nada claro la naturaleza del fenómeno y el agente o los agentes que intervienen en él. Ya sabemos que al ser fantasía muchas cosas valen, pero no todas. El recorrido de las llamadas, la forma de actuar del fantasma o sus objetivos quedan muy en el limbo.

Es verdad que «Llamada perdida» tiene un aura de extrañeza y muchos detalles para fijarte, pero es que terminas por darte cuenta de que el guion quería jugar con muchas cartas sin pensar luego en qué hacer con ellas y cómo resolverlas con lógica.

Una pena, porque la pareja protagonista tiene gancho y la idea también.