Haz click aquí para copiar la URL
España España · Málaga
Voto de Kaori:
4
Acción. Drama. Thriller Doc McCoy (Steve McQueen) cumple condena de diez años por asalto a mano armada. Gracias a su esposa Carol (Ali MacGraw), un personaje influyente le consigue la libertad provisional; pero, a cambio, el matrimonio tendrá que atracar a un banco. Durante el asalto uno de sus dos cómplices y el vigilante resultan muertos. El superviviente los persigue para acabar con ellos y apoderarse del botin. (FILMAFFINITY)
15 de agosto de 2014
16 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha costado pero lo he conseguido: el modelo de la escopeta de Doc en «La huida». Son cosas que hay que saber y que sólo pueden encontrarse en Internet, que tiene de todo gracias a gente de lo más simpática que se toma un enorme esfuerzo y tiempo en colgar trabajos increíbles de muy diversas aficiones y gustos. Gracias a ellos. A vosotros.

Esta entradilla ajena a Peckinpah y su película solo es una forma de homenajear la mejor escena de «La huida», simplemente porque Steve McQueen lo vale. ¿De cuál hablo? Pues de ese momento en el que McQueen sale de la armería a una calle soleada, tan tranquila y monótona como cualquier otra, y se pone a cargar y disparar con su High Standard Flite King K-1200 contra un coche de policía. Cool hasta lo inimaginable. No es un mito, no, es que lo tiene, es que es de un carisma rubio que traspasa generaciones, modas y pantallas. Ni suda ni se inmuta. Traje y corbata negra, camisa blanca, paso lento, mirada suave y pétrea. El mérito no es de Peckinpah ni de nadie que no sea Steve McQueen. Un grande, siempre.

Respecto a este road-thriller basado en la novela de Jim Thompson, salta a la vista que el guión podría haberse perfilado un poco más para no caer en unos fallos que destrozan la historia. Desde el atraco en adelante, va perdiendo lo que podría haber ganado. Los propios Doc y Carol, un matrimonio con mucho feeling, llevan a cabo una huida con algo de lentitud y falta de reflejos, sobre todo cuando deciden meterse ellos solitos, no se comprende por qué, en la boca del lobo; el ladrón de la estación de trenes demuestra una estupidez tal que no tiene lógica alguna: con un fajo de billetes en el bolsillo y decide, encima, quejarse. Fallo gordo este último, que conste. La historia paralela del malo Rudy, a parte de no añadir ni aportar nada al desarrollo de la trama, me ofende como mujer, pero se ve que Peckinpah tenía esa visión del sexo bello: mucho escote y poco seso, idea de la que tampoco se escapa la heroína Carol, aunque sea de refilón. Ojo a los guantazos que llegará a recibir por parte de quien menos debería golpearla. Pelillos a la mar, claro que sí.

Un romance entre tiroteos con una pátina elegante a cargo de sus actores, pero no mucho más.
Kaori
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow