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Voto de Kaori:
2
6,4
45.874
Fantástico. Drama. Romance. Thriller
En un inquietante laboratorio de alta seguridad, durante la Guerra Fría, se produce una conexión insólita entre dos mundos aparentemente alejados. La vida de la solitaria Elisa (Sally Hawkins), que trabaja como limpiadora en el laboratorio, cambia por completo cuando descubre un experimento clasificado como secreto: un hombre anfibio (Doug Jones) que se encuentra ahí recluido. (FILMAFFINITY)
21 de febrero de 2018
109 de 151 usuarios han encontrado esta crítica útil
Prometo que no sé si he visto una película de Guillermo del Toro o una de porno suave con millones de dólares de presupuesto. ¿Que estoy exagerando? Pues atentos.
En «La forma del agua» encontramos: desnudos femeninos integrales, coitos explícitos, escenas de masturbación y algún que otro comentario al respecto; perversiones sexuales en torno a mujeres mudas y, lo más bestial (nunca mejor dicho), sexo con un monstruo. Tal que así, como si fuese lo más normal del mundo que tu mejor amiga se beneficie a una especie de pez humanoide con las abdominales marcadas. Claro que sí, mujer. Total, la simpática Zelda, con una genial Octavia Spencer, debe de pensar que la pobre Eliza está tan necesitada que el primer macho que le muestra interés le sirve para montarse su peli romántica. Yo por lo menos lo pienso.
Porque no olvidemos que todo esto es una «historia de amor», ¿eh?, no te creas que «La forma del agua» no es una cosa seria. De hecho, Guillermo del Toro me parece que está tan obsesionado con hacer una película sensible, romántica y emotiva que lo que sale al final es un despropósito cursi y repelente en el que, una vez más, se ensalza a lo marginal y se denigra a lo predominante de la manera más burda y maniquea. Qué sutil, oye, que los buenos sean mujeres, negros, homosexuales y soviéticos, frente a los malvados hombres blancos heterosexuales homófobos yanquis, lo que me lleva a pensar que a lo mejor el mexicano Guillermo del Toro le guarda un poco de ojeriza a sus vecinos estadounidenses.
De esta manera, sabiendo la ideología imperante, que es siempre la misma bien machacada y regurgitada, puedes adivinar punto por punto lo que irá pasando en la historia, una suerte de relato a lo Bella y Bestia actualizado que por supuesto rompe con esa tradición común a muchas culturas del humano hechizado que transforma su apariencia. Ahora ya no, ahora enamorarse de un ser humano varón es retrógrado, así que el galán es una criatura de naturaleza indefinida, con branquias y escamas, del que desconocemos qué es, qué sabe, qué quiere, qué piensa o qué hace en la vida; es una figura plana y sin contenido. Eso sí, dios, monstruo o pez, lo que no le puede faltar es un buen miembro viril para que la peli porno cumpla su función. Inaudito.
Además, vaya guion mal elaborado, no solo lleno de absurdos y con por lo menos media hora larga de presentación bastante muermo, sino también con un momento musical de vergüenza ajena. A destacar, la interpretación de Richard Jenkins como artista melancólico.
En «La forma del agua» encontramos: desnudos femeninos integrales, coitos explícitos, escenas de masturbación y algún que otro comentario al respecto; perversiones sexuales en torno a mujeres mudas y, lo más bestial (nunca mejor dicho), sexo con un monstruo. Tal que así, como si fuese lo más normal del mundo que tu mejor amiga se beneficie a una especie de pez humanoide con las abdominales marcadas. Claro que sí, mujer. Total, la simpática Zelda, con una genial Octavia Spencer, debe de pensar que la pobre Eliza está tan necesitada que el primer macho que le muestra interés le sirve para montarse su peli romántica. Yo por lo menos lo pienso.
Porque no olvidemos que todo esto es una «historia de amor», ¿eh?, no te creas que «La forma del agua» no es una cosa seria. De hecho, Guillermo del Toro me parece que está tan obsesionado con hacer una película sensible, romántica y emotiva que lo que sale al final es un despropósito cursi y repelente en el que, una vez más, se ensalza a lo marginal y se denigra a lo predominante de la manera más burda y maniquea. Qué sutil, oye, que los buenos sean mujeres, negros, homosexuales y soviéticos, frente a los malvados hombres blancos heterosexuales homófobos yanquis, lo que me lleva a pensar que a lo mejor el mexicano Guillermo del Toro le guarda un poco de ojeriza a sus vecinos estadounidenses.
De esta manera, sabiendo la ideología imperante, que es siempre la misma bien machacada y regurgitada, puedes adivinar punto por punto lo que irá pasando en la historia, una suerte de relato a lo Bella y Bestia actualizado que por supuesto rompe con esa tradición común a muchas culturas del humano hechizado que transforma su apariencia. Ahora ya no, ahora enamorarse de un ser humano varón es retrógrado, así que el galán es una criatura de naturaleza indefinida, con branquias y escamas, del que desconocemos qué es, qué sabe, qué quiere, qué piensa o qué hace en la vida; es una figura plana y sin contenido. Eso sí, dios, monstruo o pez, lo que no le puede faltar es un buen miembro viril para que la peli porno cumpla su función. Inaudito.
Además, vaya guion mal elaborado, no solo lleno de absurdos y con por lo menos media hora larga de presentación bastante muermo, sino también con un momento musical de vergüenza ajena. A destacar, la interpretación de Richard Jenkins como artista melancólico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
-¿De verdad hay personas que se masturban todos los días? No sé, solo pregunto. Además, si en vez de una mujer fuera un hombre quien lo hiciese, seguro que no se interpretaría como un bonito acto de libertad, al contrario.
-Secretismo en el centro este de investigación ninguno: delante de las limpiadoras empiezan a hablar de un proyecto importantísimo y de hecho una de ellas se pone a toquetear el acuario donde está eso tan secreto e importante... Al menos a alguien se le ocurre decir que salgan de allí...
-La seguridad en el centro este ninguno: Eliza entra y sale del laboratorio donde está el monstruo como si fuese su casa. ¡Hasta le pone música en un tocadiscos y nadie se entera!
-Al malo Strickland el monstruo le arranca dos dedos de la mano... pero en el laboratorio hay charcos como si hubiera habido una matanza.
-No se ve cómo le arranca los dedos pero sí la secuencia posterior: moribundo, el herido sale lentamente del laboratorio, se queda en medio del pasillo y cae de rodillas... Muy teatral, sí, y más cuando los científicos que estaban con él dentro del laboratorio aparecen minutos después para socorrerle como si se acabaran de enterar. A ver quién entiende la escena.
-Por lo que sabemos, el monstruo en una criatura acuática encerrada que le ha arrancado los dedos a una persona. ¿Por qué Eliza y todos sus amigos están tan convencidos de que es bueno? Zelda ni siquiera sabe nada del asunto y se adhiere a la causa como si le fuese la vida en ello... Además, ¿por qué es bueno el ser? Ni se ve ni se sabe, simplemente se da por hecho, porque sí.
-También se da por hecho el romance, claro, porque realmente lo único que pasa entre ellos es que ella le da de comer huevos con cáscara y le pone música. Suficiente.
-Entre hacer caso a un agente de seguridad y un científico experto sobre qué estudios realizar al monstruo, por supuesto el militar blanco yanqui heterosexual elegirá el criterio del agente de seguridad. Tú sí que sabes.
-¿Por qué Strickland no va al médico a que le revise los dedos amputados?
-¿Con qué fin en un laboratorio científico donde se está estudiando a una criatura desconocida de cara a la carrera espacial hay un matón torturando al monstruo...? Para que se vea que Strickland es muy malo, ¿no?
-Es más, no sé qué estudios le habrán hecho, porque Bob/Dimitri solo se entera de que es un ser inteligente cuando de casualidad ve cómo interactúa con Eliza. Manda narices.
-Secretismo en el centro este de investigación ninguno: delante de las limpiadoras empiezan a hablar de un proyecto importantísimo y de hecho una de ellas se pone a toquetear el acuario donde está eso tan secreto e importante... Al menos a alguien se le ocurre decir que salgan de allí...
-La seguridad en el centro este ninguno: Eliza entra y sale del laboratorio donde está el monstruo como si fuese su casa. ¡Hasta le pone música en un tocadiscos y nadie se entera!
-Al malo Strickland el monstruo le arranca dos dedos de la mano... pero en el laboratorio hay charcos como si hubiera habido una matanza.
-No se ve cómo le arranca los dedos pero sí la secuencia posterior: moribundo, el herido sale lentamente del laboratorio, se queda en medio del pasillo y cae de rodillas... Muy teatral, sí, y más cuando los científicos que estaban con él dentro del laboratorio aparecen minutos después para socorrerle como si se acabaran de enterar. A ver quién entiende la escena.
-Por lo que sabemos, el monstruo en una criatura acuática encerrada que le ha arrancado los dedos a una persona. ¿Por qué Eliza y todos sus amigos están tan convencidos de que es bueno? Zelda ni siquiera sabe nada del asunto y se adhiere a la causa como si le fuese la vida en ello... Además, ¿por qué es bueno el ser? Ni se ve ni se sabe, simplemente se da por hecho, porque sí.
-También se da por hecho el romance, claro, porque realmente lo único que pasa entre ellos es que ella le da de comer huevos con cáscara y le pone música. Suficiente.
-Entre hacer caso a un agente de seguridad y un científico experto sobre qué estudios realizar al monstruo, por supuesto el militar blanco yanqui heterosexual elegirá el criterio del agente de seguridad. Tú sí que sabes.
-¿Por qué Strickland no va al médico a que le revise los dedos amputados?
-¿Con qué fin en un laboratorio científico donde se está estudiando a una criatura desconocida de cara a la carrera espacial hay un matón torturando al monstruo...? Para que se vea que Strickland es muy malo, ¿no?
-Es más, no sé qué estudios le habrán hecho, porque Bob/Dimitri solo se entera de que es un ser inteligente cuando de casualidad ve cómo interactúa con Eliza. Manda narices.