Es que eso de «La alianza del mal» no pega ni con cola. No tiene nada que ver con lo que la historia cuenta, así que sospecho que quienes buscaron un título al español no vieron la película para nada. Supongo que el cartel con unas figuras tenebrosas y un chico gritando en plan monstruo puede confundir un poco. A mí también me confundió.

«The Covenant» es un producto juvenil. ¿Alguien recuerda qué significa eso? No trato de que nos traguemos cualquier cosa hecha para un público joven, de hecho yo soy muy crítica con esas historietas made in best sellers que han proliferado como las setas venenosas. Soy crítica porque me cuentan chorradas muy grandes y dejan poco espacio para la imaginación, para la ilusión, el encanto y el carisma. Sin embargo, no hay que tener miedo a dejarse llevar por la fantasía y las pasiones cuando te brindan una buena oportunidad para ello. No tengamos prejuicios.

A veces la sencillez bien entendida es una apuesta segura, y «The Covenant» apuesta por una sencillez que se basa en tres puntos fundamentales, tres piedras angulares que a todos nos apetece ver: poderes sobrenaturales, belleza y amor. Los protagonistas son un grupo de guapetes de instituto con unas capacidades brujeriles bastante chulas que tendrán que enfrentarse a una amenaza desconocida. O no tanto. Hay tensión (magnífica escena de las arañas), cierta intriga y se crean inmediatas simpatías por ese mundillo pseudo decadente en pleno corazón de la parte menos americana de Norteamérica, Nueva Inglaterra, con unos muchachos la mar de apañaos que demuestran que pueden ser varoniles sin caer en la chulería y que se puede presumir de pectorales de ensueño sin que quede vulgar. Steven Straits, Taylor Kitsch y Sebastian Stan son algunos de los susodichos.

La pena es que la factura técnica se acerca más al telefilme, como si ni la propia película confiara en sus capacidades para crear una franquicia sólida y a lo grande a la que la masa de jóvenes y adolescentes (¡y el resto también!, ¿por qué no?) deseosos de emoción y fantasía se adhiera sin reservas. El planteamiento tiene muchas posibilidades. Confiemos.