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España España · Málaga
Voto de Kaori:
9
Drama. Romance Años 40. A consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, Casablanca era una ciudad a la que llegaban huyendo del nazismo gente de todas partes: llegar era fácil, pero salir era casi imposible, especialmente si el nombre del fugitivo figuraba en las listas de la Gestapo, que presionaba a la autoridades francesas al mando del corrupto inspector Renault. En este caso, el objetivo de la policía secreta alemana es el líder checo y héroe de la ... [+]
13 de julio de 2012
28 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece mentira que una frase tan sencilla esté tan cargada de poesía. En realidad, como toda «Casablanca», leyenda del cine y de la cultura occidental, sin saber si quiera el verdadero motivo para tanta pasión. Será que hay películas que son más que películas. O puede que todos, en el fondo, seamos unos sentimentales.

Tan mítica es que, para mi asombro, veo guapo hasta a Humphrey Bogart, actor de carácter pero de rostro no muy llamativo. Quizá sea el esmoquin, o el blanco y negro, o quizá sea simplemente Rick, el misterioso caballero del que tú, si fueras mujer y no hombre, te enamorarías. Seductor que no se seduce, empresario que no quiere dinero, eterno enamorado que no tiene mujer. ¿Se puede ser más romántico?

Ingrid Bergman, para siempre de azul en un París ocupado, está, no es algo nuevo, bellísima, frágil como una niña, fuerte como una roca y de ojos perpetuamente húmedos. Cuando esconde el rostro en el hombro de su enamorado, hay algo eléctrico y sensual que recorre la pantalla. Con ella, el triángulo amoroso más famoso del cine está plenamente justificado, sin desmerecer en nada a los dos héroes que sufren su amor. Víctor Laszlo es único e irrepetible, legendario desde todos los puntos de vista; de hecho, sueño con llegar a un local cualquiera y pedir en la barra un cóctel de champán, a ser posible vestida de blanco y con mucho humo en el ambiente.

Y eso que no me gusta el tabaco, pero la belleza del cigarro y de unos labios besando el pitillo es algo que el cine retrata como nadie. Aquí todos fuman y beben como cosacos, y hay ventiladores de hélices en los techos aliviando el calor, y razas, étnicas, culturas y religiones por todas partes, un mundo cosmopolita fuera del tiempo y del espacio. Sobra decir que la atmósfera es envidiable, una presencia continua a la que se le debe, creo, gran parte del éxito.

No puedo dejar de destacar los diálogos brillantes que llenan el guión. Diría que todos son antológicos, aunque posiblemente se lleven la palma los del maravilloso capitán Renault, corrupto aunque pobre, canalla sin escrúpulos pero también con corazón. Atentos todos a cada frase que sale de su boca porque no tienen desperdicio. Impresionante.

Por lo que leo, algunos fanáticos anti «Casablanca» se empeñan en decir que las buenas críticas nos dejamos llevar por el qué dirán (¿no será así en su caso, pero al revés?), como si encima tuviéramos que pedir perdón porque nos guste el cine con sentimiento, con ese encanto, esa personalidad que no se aprehende, ni se copia, ni se puede definir. Se tiene o no se tiene. Se aprecia o no se aprecia.

Clásico eterno. Una maravilla, vamos.
Kaori
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