A pesar del paso de los años, al ver ésta película hoy en día sólo corrobora, que Rita Hayworth era mucho más que un símbolo sexual del Hollywood dorado. Y puede sonar paradójico, ya que sería ésta cinta la que la catapultaría a la cima de las diosas mortales del celuloide, sitio compartido con no pocas como Ava Gardner, Marilyn Monroe o la misma Elizabeth Taylor. Pero es Gilda, con toda su provocación, sensualidad y erotismo, el papel dramático en que se luciría la actriz. Porque Rita, logra imprimirle toda la carga emocional, expresión corporal y dramatismo con un acertado toque de cinismo, lo que, aparte de su ya legendaria bofetada y canciones interpretadas(no importa el doblaje) que hacen de la cinta de Charles Vidor el clásico imperdible que es. Rita lo borda y le saca partido. Y es perfecta. Tanto, que sería una carga de ahí en adelante para ella en toda su carrera, sin desconocer, que luego vendrían más papeles donde dejaría su impronta interpretativa como "La dama de Shangai", "La dama del Pacífico" o "Mesas separadas" entre otros títulos memorables. Ella tiene ese toque privilegiado que llenan en cada aparición, sustentado con su talento interpretativo. Y por eso Rita es de las grandes. Porque conociendo como fué su atormentada vida personal, supo siempre regalarnos su belleza y talento que nos quedó por siempre en un lugar atesorado de nuestra vida. Porque llegó como un huracán, y ahí se quedó...afortunadamente.