El protagonismo de un irreverente niño que no levanta ni un sólo palmo del suelo es el cimiento de una serie sustentada en base a sus travesuras, frases conocidas por cualquiera que le siga en sus aventuras a menudo y demás.

La palabra mensaje es obviada en una gamberrada fuera de lo común, que divierte por su ligereza y deja enormes momentos gracias a la perspicacia de un crío que no debería serlo tanto pero que, sin embargo, a su edad ya conoce muchas cosas más propias de la adolescencia que de etapas anteriores, y es ello lo que le confiere esa frescura y ese tono humorístico tan descacharrante y desafiante.

Los personajes, no hacen más que completar un círculo donde Shin Chan les pone a prueba constantemente, siguiéndoles y metiéndose en los asuntos de cualquiera o respondiendo del modo más ingenioso y ocurrente a todo aquel que le rodea, sin cortarse ni un sólo pelo y dejando en evidencia a cualquiera que pueda pensar que es un simple niñito.
Así pues, y alejándose de cualquier tipo de convencionalismo, vemos como le toma el pelo a su madre, a su profesora y a todo aquel que se precie, en ocasiones alentado por su cachondo abuelo, haciendo de esta pequeña serie un sencillo divertimiento con el que amenizar la tarde tanto a pequeños, como a adolescentes, sin importar nada más que eso.