Qué estupendo rato acabo de pasar con esta película teatral donde los cuatro geniales actores dan vida y credibilidad a un guión estupendo. Desde el primer momento me ha enganchado, desde los créditos iniciales y lo mejor es que se me ha pasado en un suspiro, quedándome con ganas de más, como los buenos vinos.

Es cierto que la película tiene algunos momentos que rozan la exageración, pero los cuatro actores están tan bien en sus momentos políticamente correctos y en sus histrionismos que da completamente igual. Yo me quedo con las actuaciones de ellos, quizás porque como hombre me siento más identificado con ellos, en especial el papel de John C. Reilly, pero eso es simplemente una cuestión personal, seguro que cualquiera puede identificarse con alguno de los cuatro personajes, o con varios según el momento.

Por otro lado, la película parece que la ha gestado Polanski (coautor del guión) tras ver un buen puñado de películas de Woody Allen pero echándole ese punto de mala leche, ese punto de salvajismo, ese punto de crueldad tan polanskiniano que hace que casi todos le perdonemos ese desliz que tuvo en USA y nos quedemos con el artista.

Un detalle que me da que pensar es que la película se rueda en un apartamento de clase media-alta que bien podría ser Londres, Paris, Boston, Berlín, Madrid o Barcelona pero no, tiene que ser Nueva York, siempre Nueva York, y es que aunque no se muestra nada de la ciudad parece que todos tenemos claro que la acción se desarrolla allí y la misma ciudad casi se convierte en un personaje más que caracteriza a los dos matrimonios. Curioso.

En definitiva, una estupenda película teatral de actores (donde la cámara se mueve muy pero que muy bien mostrándonos siempre lo que necesitamos ver de los personajes) ágil de ver y de seguir para pasar un buen rato y pensar luego en si para vivir en sociedad hemos de ser poíticamente correctos y autocastrarnos o dar rienda suelta a nuestro lado salvaje y ser consecuentes con lo que somos.